Mi ex mujer me llamó acongojada. Lloraba. Me dijo: "Ven, algo ha sucedido". Inmediatamente me levanté, corrí. Mientras corría me pregunté, ¿porqué no tomé la bicicleta?, una Trek, que me permite rodar con facilidad a 45 kilómetros por hora y más aún al pasar por una linda pendiente franqueada a ambos lados por robustos árboles, todo ello en medio de un escenario natural con muchos animales y sobretodo pájaros silvestres de suave cantar. Es un lugar por donde me gusta transitar a alta velocidad y sentir el viento sobre mi rostro.
Porqué, me pregunté, no tomé el vehículo, un Audi, en el que podría haber avanzado a 70 kilómetros o más en carretera, de tal manera que habría llegado en poco más de 20 minutos dependiendo del congestionamiento. Podría haber usado el city car, de excelente rendimiento y bastante veloz.
Pero, me veo desplazándome con mis zapatillas de runner, mientras ella seguramente observa repetidamente el reloj y piensa cual será la causa de mi demora.
Corro y pienso que a la velocidad a la que voy no llegaré nunca, que el camino se ha hecho eterno y por cada metro y por cada centímetro, se abre una distancia infinita, se produce un repliegue permanente y yo que creo por atender una urgencia permanezco inmóvil.
Mientras, recuerdo esa llamada. ¿qué me querrá decir?, ¿que será tan importante y grave? ¿Que puede ser ahora más relevante que mis propios pensamientos?.
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