EL PADRE EMMANUEL
El célebre padre Emanuel, orador sin par de la iglesia, acaba de partir a la gloria celestial, sin embargo, la Iglesia Católica tan intolerante, como siempre, lo condenó a los infiernos.
El buen sacerdote, además de su fe, creí firmemente en el goce del cuerpo.
Así, durante mucho tiempo se dedicó a yantar los más exquisitos caldos, a saborear toda clase de exquisiteces culinarias.
A libar con entusiasmo rodeado de buenos amigos desde cerveza, tequila hasta el más fino Champán y no se diga del vino de consagrar para sus misas.
Pero, lo que más satisfacción le producía era yogar o sea follar con bella moza. Y lo hacía con singular alegría y dedicación digna de mejor causa, al grado, de dejar sin vírgenes a todas las mozas de la comarca.
Por desgracia, esta vida sibarita y de buen gusto, cobró su precio, duro poco el pobre cabrón, se fue de un fuerte empacho después de disfrutar a tres hermosas damiselas. En paz descanse mi gurú espiritual.
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