Adín se encontraba celebrando con su amigo Baruc el contrato que este le había conseguido para que pintara un gran mural en la Alcaldía del pueblo. Adín procedía de una familia de pintores, su especialidad eran los paisajes, así que tenia que lucirse con su obra.
Su amigo Baruc le sugirió que se internaran en la montaña, aquella que asemejaba la silueta del rostro de un indio, ya que allí existían lugares muy hermosos para su inspiración. Adín le pareció una gran idea, así que en la mañana partieron. En el interior de la montaña se podía apreciar un universo de verdes, los más hermosos parajes naturales, nunca antes vistos. Al rato llegaron a una bella cascada.
Adín empezó a hacer un bosquejo, y mientras lo hacía, Baruc le preguntó: - Adín ¿Sabes algo de la leyenda de la cueva?. -¡No! ¿Cuál es esa historia?. Respondió Adín.
Baruc dijo: - Se dice que en una de las piedras cerca a la caída del agua hay una inscripción, cuentan que tocando dicha piedra, se abre una roca en la cascada, dicha cueva es profunda, oscura, y con laberintos de piedra; para entrar a la cueva deben hacerlo más de dos personas las cuales pueden tomar para sí lo que quieran de un gran tesoro, pero para salir, tienen que dejar encerrado a uno de los que entraron.
Adín propuso a su amigo buscar la piedra con la inscripción y averiguar si esa historia era tan solo una leyenda. Cuando encontraron la piedra, la tocaron e inmediatamente se abrieron las rocas de la cascada.
Baruc, llevaba su encendedor de bolsillo y con un poco de dificultad por la oscuridad, llegaron hasta el fondo de la gruta. En el medio de un charco cristalino se encontraba un gran tesoro de piezas de oro.
Adín desocupo su bolsa de instrumentos y empezó a empacar todo lo que podía. De pronto, el agua empezó a removerse y esta dijo: El mejor premio es merecerlo, y ustedes lo han conseguido, los libros ¡Cuánto enseñan!, pero el oro ¡Cuánto alegra! y la alegría también es un tesoro que vale más que el oro, sin embargo, todo tiene su regla, ganar sin guardar es poco estimar, tomen cuanto puedan, pero uno de ustedes se quedará mientras que el otro su fortuna gozará.
Adín tomó su bolsa y con ella le dio un golpe a Baruc, luego, salió a correr. Cuando se recuperó Baruc, oyó al agua que decía: - El infortunio pone a prueba a los amigos y descubre a los enemigos, si sale él primero, te quedarás aquí, así que ten en cuenta que no llega antes el que mas corre, sino el que menos tropieza.
Baruc, corrió a toda prisa con la ayuda de su encendedor y salió de allí. Adín quedó atrapado con su tesoro y el agua dijo: -No existe regla sin su excepción, si la persona que salió no llevó ningún tesoro, entonces puedes salir, pero antes debes de dejar el oro aquí.
A los tres días salió Adín de la cueva, por que su codicia no le dejaba. Al cerrarse de nuevo la cueva, el agua dijo: -Quien todo lo quiere todo lo pierde. |