El hombre del sombrero y traje negro caminaba por el pueblo. Todo el que veía aquel anciano, sentía en su ser, una angustia indescriptible, producida por la idea de un peligro, tal vez real o imaginario; algunos no pudieron ni verlo a los ojos, las palomas de la iglesia volaron asustadas, el perro de los Ramírez, gimió del susto, el ciego loco del pueblo, sintió pavor.
Ásael, cruzaba el puente con su asno, cuando apareció el extraño hombre.
-Te he estado buscando Ásael, se ha dicho que eres un hombre muy sabio, pero nunca me imaginé que fueras tan joven.- Dijo aquel hombre.
-El don de la sabiduría no siempre es de viejos. Respondió Ásael. ¿Porqué me buscas y quien eres?. Tienes un aspecto muy raro. ¿Eres la muerte?– Preguntó el joven.
-No soy la muerte, pero soy su familiar. Yo soy quien a veces ahuyenta al amor, puedo llevar a una persona a la perdición, pues nublo el futuro, también puedo conducir al enojo y al sufrimiento. Te busco, por que al parecer, nunca has experimentado angustia y solo tengo curiosidad de conocerte. – Expresó el enigmático hombre.
Ásael dijo: - Entonces eres “el miedo”, y siguió su camino.
El miedo, quiso desafiar a Ásael, y se transformó ante la presencia de él, en muchas formas y representaciones. En sangre, en monstruo, en leproso, en pobreza, en sombra, en colmillos afilados, en violencia, en un toro, (nadie le tiene miedo al toro, sino a la punta de los cachos), en ruidos siniestros, en muerte, (aunque tener miedo a la muerte, te mantiene vivo), en Ásael mismo; también hizo temblar la tierra, y reía a carcajadas (por que el miedo esconde coros de risas), pero Ásael no sentía temor alguno.
-¿Cómo es posible que no tengas miedo de mi miedo?. Todos deben de tener miedo a algo. No hay medicina para mí.– Dijo el miedo.
Ásael respondió: Eres un mal consejero, también tienes mucha imaginación y poco talento. Si hay una medicina para ti, y es la fe. El miedo es el enemigo natural que se debe derrotar en el camino del conocimiento, sin embargo, yo si tengo miedo a algo. Ásael, entonces, empezó a cantar mientras caminaba, (por que quien canta, su miedo espanta).
El miedo, no lograba saber, que era el temor que llevaba en el corazón el joven granjero.
-No logro saber a que le tienes miedo Ásael, - Dijo el hombre viejo; tan viejo como la muerte.
Ásael contestó: - Te diré, pero no me sigas más, sólo al que mal vive, el miedo lo sigue. Entonces Ásael montó en su asno (por que el miedo no anda en burro).
Yo sólo tengo miedo a una cosa: Es a no vivir la vida. |