EL EXORCISTA
Mi historia es corta.
Mi tía Eufrosine, de mediana edad y virgen, tenía preocupada a su familia. Pues, presentaba un cuadro de gritos nocturnos, destrucción de símbolos religiosos, maldiciones e irritabilidad severa. Según esta piadosa familia, pilar de la iglesia: su familiar estaba embrujada, poseída por el chamuco.
Su hermano mayor, práctico como siempre buscó la ayuda del padre Esculapio, en la catedral de una ciudad importante, único autorizado por la Santa Sede para practicar exorcismos-
La mujer endiablada fue llevada a la presencia del santo varón, se quedaron solos y al cabo de un buen rato salió Eufrosine contenta y con la sonrisa en los labios.
Todos estaban contentos, pero, a mí me ganó la curiosidad y le pregunté a la tía como había sido el exorcismo. Ella con una mirada pícara me dijo:
“El padre empezó explicándome que, en el medievo, los cardenales empleaban con fruición tres verbos medievales: follar, yantar y libar. Él empleó conmigo uno de los verbos con suprema maestría, mis demonios se fueron y yo subí a la gloria”.
¿Cuál creen ustedes que fue el verbo usado?
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