-Ya regresé -dijo ella entrando a la casa.

-Hola querida -le respondió su esposo desde el comedor-, ¿cómo te fue hoy?

-Bien, supongo.

Ingresó al comedor y se sorprendió al ver que la cena estaba ya servida, acompaña de algunas velas. Su esposo se acercó a ella y la besó en los labios.

-Bienvenida.

-Gracias, pero… ¿qué es todo esto?

-¿Qué tiene de malo? ¿No pudo tener una cena romántica con mi amada esposa?

-Bueno, no es muy común que lo hagas.

-Nunca es tarde para empezar, ¿no? Vamos, siéntate.

Separó la silla de la mesa para que ella se sentara. Cuando ella se sentó, empujó suavemente la silla para acercarla de nuevo a la mesa. Él también se sentó.

-Buen provecho -dijeron al unísono. La cena se veía exquisita. Ella tomó un poco con un tenedor y lo acercó a sus labios para probarlo.

-“Eso es -dijo el esposo dentro de sí-. Luego de esta cena, el dinero de su seguro será mío”.

Pero antes de probarla, ella dejó su tenedor sobre el plato y se levantó rumbo a la cocina. Minutos después regresó con 2 copas llenas de vino. Puso una al lado del plato de su esposo y la otra al lado del suyo.

-¿Y esto? -preguntó su esposo sorprendido.

-Para que la cena sea más romántica.

Acto seguido levantó su copa con la mano derecha.

-Brindemos. Por nosotros y nuestro matrimonio. ¡Salud!

-Salud.

Su esposo tomó un gran sorbo. Tenía un ligero sabor a almendras amargas. Instantes después empezó a convulsionar, y a los pocos minutos cayó muerto con su cara sobre la mesa.