Puedo sentir como ahora sangro colores;
Que de mis heridas ya no solo brotan dolores;
Como mi voz ya no es un grito de auxilio,
Alimento para quien a mí ha venido
A disfrutar de este alarido
Suplicando que ya no me apisonen,
Suplicando que por favor me perdonen,
Que no me abandonen,
Que sus palabras no resulten más en un azote
Para mí, quien no desea más que su propia muerte…
No…
Pueden mis lágrimas también ser complacientes,
Si…
Pueden mis lamentos bañar también mis heces
Sobre las que, en mi paraje, he de construir también mi linaje,
Sobre las que mi exilio ha hecho mi techumbre,
Sobre las que no solo exiliado,
Tantas veces asfixiado,
Otras humillado
Sino orinado
Y también vomitado
He hecho crecer
Más de mil jardines
De calas ante mis pies,
Para reconfortarme y descansar
De las noches de sufrimiento que he tenido que soportar.
El olor de las flores entre el excremento
Resulta extasiante para el cuerpo;
Levantarme a mirar al cielo
y en las estrellas observar mi reflejo
Me hace creer
Sin duda,
Que no hay ya nada que esconder
Bajo este mando de luces brillantes
Aquí, ante mi, como antes,
Para así, ante el firmamento
Poder perecer sonriendo.
Yo, el que soy,
El que muere y renace hoy,
Deseo invitar a todo aquel
Que tiene oído y que tiene voz
Para disfrutar de los colores,
De los olores
Y de todas las flores que brotan
Como mala hierba
En toda esta tierra, mi tierra,
La que antes yo solía llamar “mierda”.
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