Ingeniería familiar
El amor de mi vida capto que había sido un pésimo día. Desde el momento que años antes, ella supo que la música era un alivio, un bien y cuidado lugar de mí ser. Ella solía deleitarme con un plato rico y la flauta dulce, y me pedía mi parecer. Eso volvía a dejar limpia mi mente, y en paz mi alma. Por eso y aunque hace años que la perdí, son años que la vengo recordando y viendo siempre tan hermosa. Son noches quietas donde garua el alma de mi Asunción antigua, donde es el lugar de mis abuelos. La casa vacía, no hay nadie en la casa, los sentidos no sirven aquí. Veo que aún hoy después de pasado el siglo XX, y terminando el XXI, todavía concurrimos a estos domingos, con mis abuelos, con mis padres, con el amor de mi vida, nuestros hijos, y los hijos de mis hijos. Las tejas todavía están en este lugar, aunque nadie las vea. Asunción se parece a Panamá City de finales del siglo XX. Y aún reunidos en la misma mesa familiar, podemos volver a escuchar la flauta dulce del amor de mi vida, que nos dice, que nada paso, que es el mismo lugar. Para nosotros el mismo amor de nuestra gente querida. Afuera de este plano nuevo, una ingeniería estructural de 200 metros en el mismo lugar de la casa vieja, nos ningunea, a pesar de todo nuestro amor.
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