EL GORRA PRIETO

Hola amigos:

Les voy a platicar de mi amigo Heliodoro, alias “el gorra prieto”. Es un tipo alto bien plantado, pero de color serio, por eso es lo de prieto y lo de gorra, por ser un gorrón de primera, ha hecho un arte en eso de gorrear a los demás.
En la aristocrática cantina de mi barrio: “la suerte loca”, donde voy a mis sesiones psiquiátricas, los compas le tienen miedo a mi contlapache, uno de ellos dijo: “este cuate, en el aparato de fumar sólo pone el hocico”, eso sí, quiere cigarrillos de carita y con filtro.
Es un as para hacerse presente cuando nos reunimos a tomar el aperitivo. Se las da de fino y pide whisky del más caro, porque él no es para tequila barato como los demás. Está muy bien sincronizado, como mago desaparece antes de pagar la cuenta.

Me llegó el rumor de que estaba muy bien acomodado al casarse. Desde luego, me asombré, pues a duras penas acabó mal la secundaria y no ha dado nunca golpe en el trabajo. Todo se sabe en esta vida. La realidad es que se casó con una vieja rica y ejecutiva que lo tiene bien comido, bien vestido y con dinerito en la bolsa.
Cuando se murió su padre, su hermano costeó lo del velorio y la cremación. Las pavesas de su progenitor fueron puestas en una urna muy bonita y el gorra prieto convenció a su mujer que se vería muy elegante en la sala de su casa.

La verdad, después de la chinga que me acomodo en la chamba, aquí entre nos, le tengo feroz envidia a mi amigo.