“¿Sabe o no sabe?”, repitió una vez más la vieja de química, encarando a poca distancia a Rita Coszmos. “¿Qué pasa si al sodio le agregamos agua?”, repitió con un puñetazo en la mesa, haciendo saltar varios pedruscos de sodio que empezaron a crepitar con chispas amarillas al entrar en contacto con un par de gotitas de agua. Orlanda, la asistente de laboratorio, lanzó una jarra de agua destilada sobre la gran masa de sodio junto al mechero. La llamarada hizo explosión y el estruendo sacudió el liceo. Huimos en masa, pese a los insultos de la venerable docente. Burrell, el director, obsesionado con la posibilidad de atentados terroristas, se apersonó y, señalando con su dedo acusador, preguntó : “¿Quién fue?” La carcajada general debe haberse oído hasta en el bar de la esquina.

Eytán Lasca-Szalit, mayo de 2020