Ella.
Ella.
Siempre hay un “ella” en mi vida,
Ya sea material, espiritual o excitantemente carnal.
Pero es ella, distinta a todas las demás,
Tan única y tan genérica como ella misma, sólo ella y todas ellas.
Ella.
La que ha hecho que sienta que todas ellas no son más que mi ella,
Que ninguna de esas otras ellas harán que mi vida dependa tanto como dependo de ella.
Si, es ella, la que me acompaña, la que me tortura, la que me fascina, la que me saca de quicio, la que enamora, la que perturba, la que destroza el corazón con una lágrima o la que lo revive con un beso, en resumen: ella.
Claro, es ella.
La que amo en demasía, y la que me ama en exceso.
Es ella, la que no merezco.
Es la única, la perfecta, ella, quien más que ella.
Si eres tú, la que estas leyendo estas líneas, sabes bien que eres ella. Ella, la de mi vida, la que necesito a mi lado rejuveneciendo mis días y reviviendo mis sueños. Eres ella, la hermosa, la maravillosa, la verdadera, la diosa, la musa, la increíblemente perfecta.
Ella.
¿Quien más que Ella podría ser?
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