Belén se reía a carcajadas, buscó su móvil y me mostró una foto:
-Mira, así estaba Blaki cuando llegamos a la clínica.
El perro que aparecía en aquella imagen solo se asemejaba, al que corría por el jardín, en el color, era un perro...sin alma, un manojo de huesos cubiertos por una deslucida y opaca piel negra.
Me quedé muy impresionada, aunque yo había estado presente en la labores de rescate, no guardaba en mi memoria una imagen tan... desoladora, solo atiné a decir.
-Wau!! parece cosa de magia, es un perro ¡¡tan bonito!! parece que tiene buen carácter, se le ve muy juguetón, ¡¡con el miedo que me hizo pasar la primera vez que nos encontramos!!.
Belén me explicó, que los perros que son sustraídos de su entorno por extraños y de forma “violenta”, desarrollan un sentido de supervivencia que les hace desconfiar de todos los seres humanos, que sospechaba que durante su” secuestro” fue muy mal tratado y se escapó, ¿a saber cuántos días estuvo vagando hasta llegar a los montes de Canido?, y que era un pastor Belga de unos tres años.
Pasamos la tarde juntos, cuando llegó la hora de la despedida, los perros ya eran amigos íntimos, sugerí a Belén que Blaki se quedàra con nosotros, pero ella se negó debía seguir suministrándole cuidados y medicación.
El gobierno decretó que ya podíamos viajar a otras comunidades autónomas, un lunes por la mañana muy temprano recibí la llamada de una muy emocionada Belén:
-Hola Lisi (así me llaman mis más allegados), los dueños de Blaki vienen para aquí, hemos quedado en la clínica, tienen prevista la llegada para las 12 de la mañana, te sugiero que vengais una hora antes.
A las 11 en punto pulsamos el timbre de la clínica, los dueños de Blaki aún no habían llegado, estábamos todos bastante nerviosos, incluso el perro que parecía sospechar que un gran acontecimiento estaba a punto de acontecer, aún no eran las 12 cuando sonó el timbre, esperamos expectantes los pocos segundos que transcurrieron hasta que se materializaron en la sala de espera, un matrimonio de unos 40 años seguidos por una niña de unos 11 y dos niños gemelos de 8, histéricos, gritando como locos ¡¡ Blaki, Blaki, Blaki!!, la escena que ocurrió de inmediato nos dejó impresionados, el perro comenzó a saltar se lanzó como un loco sobre su dueño al que comenzó a lamer compulsivamente, mientras él lo abrazaba con lágrimas en los ojos, todos abrazaban al perro y todos eran lamidos, estuvieron más de 15 minutos intercambiando besos y abrazos; mi marido, Nico (novio de Belèn) Belén y yo presenciamos la escena sin atrevernos a intervenir, en ese momento de euforia emotiva para ellos, éramos invisibles.
Cuando se tranquilizaron, la mujer miró a sus hijos que inmediatamente desaparecieron seguidos por el padre, para reaparecer a los pocos minutos cargados de cestas de flores, que nos repartieron a Belén y a mí, a Nico y a mi marido les hicieron entrega de vino, una caja a cada uno, intentamos balbucear, que no, no era necesario, que lo hubiésemos hecho por cualquier animal en sus mismas circunstancias, pero era tanta su alegría que no escuchaban, solo decian ¡¡gracias, gracias, gracias muchas gracias!! sin dejar de acariciar a su perro.
Una vez solventadas las demostraciones de afecto, perruno-humana y viceversa, se hicieron las presentaciones de rigor (sin besos ni abrazos, solo roce de codos y protección con mascarilla) nos intercambiamos teléfonos estaban empeñados en invitarnos a comer, pero era imposible, habría que haber realizado una reserva previa, debido a las medidas impuestas por el “virus”, fijamos una fecha para reunirnos todos, en León el 15 de Agosto, cumpleaños de Carmen (ese día, si el virus lo permite podremos "achucharnos" tranquilamente).
Carmen e Ignacio (así se llama el matrimonio) la niña Raquel, y los gemelos Pedro y Pablo, y por supuesto Blaki, formarán para siempre parte de nuestras vidas, ni que decir tiene que todas mis reticencias se disiparon cuando comprobé por mi misma el enorme cariño que profesaban a su perro, los vimos alejarse en su lujoso vehículo sintiendo una gran alegría, habíamos hecho posible, la unificación de una familia.
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