El hombre caminaba distraído cuando la vio pasar. Fue como una aparición, que lo hizo reaccionar y ponerse alerta. Ella iba montada en su bicicleta color rosa, portando un casco rosa y claro, una blusa rosa de manga corta que dejaba ver sus brazos delgados, finos. Un short muy corto, negro, calcetas blancas y los tenis, para no variar, rosas. Todo esto lo captó en el primer vistazo, pero lo realmente importante no dejó de admirarlo en los pocos segundos que ella tardó en atravesar frente a él: sus piernas.
Hacía mucho tiempo que una sensación de sorpresa, interés y admiración por alguien o por algo, no se le presentaba; así que observar el paso de aquella joven de tal vez diecisiete o dieciocho años pedaleando rítmicamente, serena, quitada de cualquier pena, lo cautivó. Fue instantáneo el sentimiento, sobre todo al mirar sus piernas bien torneadas, piel de leche, ligeramente enrojecidas por el sol y el esfuerzo. Unas piernas perfectas.
Nunca había sido un fetichista; pero esta vez se quedó embobado y deseó con todas sus ganas correr tras la chica de la bici, con el afán imperioso de seguir admirando aquellas piernas y quizás poder tocarlas, hacerles una caricia, darles un beso; comprobar que eran tan suavecitas como parecían, que su piel de nácar se pusiera “chinita” y sus vellitos rubios se erizaran al rozarla. ¿Cómo contener las ansias que lo embargaban? Ella se alejaba cada vez más, en unos instantes desaparecería para siempre sin dejar constancia alguna de su paso. ¿Y él? ¿Cómo se quedaba él? Frustrado, ansioso, con un dejo de angustia muy adentro.
Se paró exactamente en el lugar por el que pasó la muchacha, como si haciéndolo pudiera percibir a lo mejor, el aroma de su perfume o algo de su presencia que hubiera permanecido en el sitio. La siguió con la mirada hasta perderla de vista. No quedaba ya nada de ella, solo su ausencia y el recuerdo aún presente de su paso. Supo que nunca la volvería a ver ni podría contemplar otra vez sus deseables piernas. ¿Se puede enamorar una persona a primera vista de las piernas de otra?, ¿más si es una joven linda con short negro muy corto y blusa rosa? La vida no es justa para nada. Decepcionado, regresó a su caminar distraído, con la pena profunda de haber perdido aquellas excepcionales piernas, para siempre.
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