Fui siempre un niño inquieto.Recuerdo que mi madre me llevó de visita casa de unos parientes lejanos que vivían en el otro extremo de la ciudad. Lejanos, por tanto, en doble sentido. Era frecuente. Siempre andaba de aquí para allá con ella.
- Anda rico; dile a tu tía lo que quieres ser de mayor
- dijo la señora al tiempo que me propinaba un cachete.

No sé cómo se me ocurrió lo que ha quedado en el frontispicio familiar imaginario en letras de molde.

-La vergüenza de la familia.