En España se decretò el confinamiento el día 14 de marzo, el día 13 paseaba con mi marido y mi perro por las inmediaciones de mi casa, por un paraje montañoso plagado de maleza, cuando el perro se detuvo bruscamente, comenzó a gruñir, a olisquear y a buscar entre la espesa vegetación.
Mi marido sujetó al perro y se lo llevó a la “furgo”, era evidente que allí había algo (nuestro perro tiene tendencia a perder "los nervios" cuando intuye una amenaza), desoyendo las indicaciones de mi esposo -¡¡Espérame aquí!!- (soy muy cabezona) comencé a investigar por mi cuenta, me adentrè en la espesura "arbórea" sorteando zarzas, hasta que... de pronto un terrorífico gruñido me obligó a detenerme, los acelerados latidos de mi corazón y” la negativa” de mis temblorosas piernas a seguir avanzando hicieron que me quedase inmóvil.
Un perro enorme con cara de pocos amigos me mostraba sus afilados colmillos sin dejar de emitir amenazadores gruñidos, recordé que demostrar miedo no era una buena opción, por eso….sacando fuerza de no sé donde, procuré mantener la calma. Comencé a hablarle con toda la parsimonia de la que fui capaz (dadas las circunstancias).
.- Hola perrito, ¿que te ha pasado?, no quiero hacerte daño, solo pretendo hablar contigo.
El perro no me sacaba los ojos de encima sin dejar de gruñir amenazadoramente, pero manteniendo las distancias, en ningún momento percibí que quisiera atacarme (pero tampoco estaba yo muy perceptiva, como para interpretar las intenciones reales del animal).
Escuche la voz de mi marido llamándome , no quería que el perro se sintiese amenazado, por eso con un hilo de voz y con poca fe en ser escuchada, susurré:
-estoy aquí, acércate despacio, hay un perro que parece peligroso.
Escuche los pasos de mi marido entre la maleza y a los pocos segundos lo tuve ante mi (recé en silencio al universo), se situó a mi lado mientras buscaba algo en su mochila, sacó una bolsa de galletas de perro que arrojó sobre la hierba lo más lejos que pudo de donde nos encontrábamos, el perro se lanzó a toda velocidad al lugar donde habian caido las galletas, hecho que nos facilitó la huida.
Una vez dentro del vehículo cuando ambos fuimos capaces de respirar con normalidad, percibí su reprobatoria mirada por mi imprudencia, pero la angustia que transmitía mi cara le hicieron percatarse de que seguir por ahí, no era la mejor alternativa...noté su temblorosa y consoladora mano sobre la mía, puso el coche en marcha y en silencio regresamos a casa.
CONTINUARÁ
Orellana: Alguien que se atreve a escribir "El Kamasutra es una disciplina de gimnasia artística de contacto genital", no tiene entidad moral para dar consejos a nadie, no tienes ni idea.
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