MI TÍO EVARISTO
Queridos amigos:
Me van a perdonar, pero, en esta ocasión voy a relatarles algo muy triste.
Se trata del fallecimiento de mi tío Evaristo, que en paz descase, después de su ajetreada vida. Ustedes lo recuerdan, era bohemio, alegre despilfarrador y un enamorado de las mujeres (así en plural). Fue mi amigo y realmente mi Gurú espiritual.
De joven tuvo la mala suerte de dos divorcios, y todo por su gusto por el sexo débil. Cada una de sus esposas no aguantaron el peso de los cuernotes que les ponía (hagan de cuenta tipo alce).
Ídolo de sus sobrinos, siempre amable, una finísima persona, aunque su problema era que lo “decente no le quitaba lo caliente”.
En sus alegres primaveras no tuvo problemas, ganaba mucho dinero en sus tranzas y lo gastaba alegremente en parrandas y mujeres, ya que estaba divorciado a todas les prometía matrimonio y ¡vaya suerte! Que tenía.
Sin embargo, mi padre tiempo y mi madre naturaleza no perdonan, cuando se le acumularon los inviernos, adiós suerte con las damas. Como buen conversador, tenía muchos seguidores y todos le aconsejábamos que sólo conquistara hetairas y como pica flor, huyéndoles siempre.
El dicho: “matrimonio a edad madura, cornamenta o sepultura”, es verdad. Viejo y gastado se enamora de una jovenzuela ya muy corrida, que al creerlo rico pensó: “de aquí soy”.
El baboso que se casa. Para que les cuento, la cantidad de socios que le consiguió su media naranja (Elisa se llama) y Evaristo para no quedarse atrás, le daba servicio de una manera no adecuada a sus años. No duró mucho. Tuvo la muerte del caguamo (como buen ex semental), en una noche de pasión, estiró los tenis, aunque estaba descalzo.
Elisa se puso contenta y de inmediato buscó el testamento del marido. Lo encontró, era corto y solamente decía:
“En pleno uso de mis facultades mentales todo lo que tenía me lo chingue. A mis coparticipes de los encantos de mi mujer les dejo, lo mismo que a ella, mis múltiples deudas y que vayan a chingar a su madre”.
Ese era mi tío.
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