Que nos amarra al suelo?, quien no nos deja dar el paso al frente para seguir nuestra consciencia que quiere ir hacía arriba y ansía con la desesperación de un niño que nos levantemos, que consigamos abrir los ojos y escupir a la cara al carcelero que guarda las llaves de nuestra alma en su cinturón lleno de muescas.

Mientras nos orinan en la cara simplemente, impunemente, nos reímos del que no tiene paraguas. Tan bien lo han hecho? Donde quedó nuestra rabia? El coraje con el que nacemos y nos hace únicos. Donde quedó?

Tengo ganas de hacer temblar el mundo con un grito que haga agrietarse el cielo y que caiga la tormenta eléctrica de los aullidos de las almas libres que quedan y que no se dan cuenta que lo son.

Tengo ganas de cambiarlo todo y caer en la espiral de la lucha sin cuartel, sin mirar atrás...

Pero noto el peso de mi cadena y aunque disloque mi hombro aunque desgarre mis cuerdas vocales en el grito más estruendoso que pueda reproducir mi débil cuerpo soy incapaz de conseguir esa llave, de alcanzarla mientras la custodia esta maldita sociedad que muestra su magnificencia bajándose una y otra vez la bragueta sobre mi, sobre ti, sobre todos.

Puede que debamos dejarlo todo...
Puede que debamos descubrir de lo que somos capaces..
Puede que seamos más fuertes de lo que creen...
Puede que si lo hacemos todos juntos les hagamos caer.

Puede pasar tantas cosas si nos damos cuenta de nuestra esencia.

De nuestro poder.