Ni las visitas esporádicas de mi enamorado colibrí.

Ni los rayos del sol que iluminan mis cabellos ensortijados.

Ni la música que con tonos armónicos me acompaña.

Ni el anaranjado de los pétalos que se multiplican en mis macetas.

Ni el amor que he sentido puede hacer la magia.

El dolor me atrapa en está soledad obligada.

Uno está defraudado por el gobierno avaro.

No respeta ni leyes, ni propiedades, ni ciudadanos.

Aunque el sentimiento más lacerante es obra de esos seres tan queridos.

¡Esos si que saben lastimar!

Lo que no saben que los puedo llegar a olvidar.

¡No merecen el cariño que late en mi corazón!

Más cuando lo ensuciaron con su destructiva actitud.

La memoria golpea sacudiendo mis sentimientos.

No quiero hundirme en la tristeza.

¡El que lo dio todo convencido que era primordial!

Se siente satisfecho.

Importa, lastima, hiere.

Hijos del que destruyo el amor, la confianza, el respeto.

¿Ilusa como pude creer que yo que había sembrado amor?

Recolectaría ingratitud

CAL.COR