Del punto en el que te encuentras al punto de partida o al punto y final de tu vida, de tus problemas o de la simple felicidad en cualquiera de esos puntos permanecemos anclados un instante que podría medirse como si de una receta de tu madre se tratase, una pizca, un puñado o lo que sea, siempre, mientras te lo están explicando por norma no tienes ni puta idea de la cantidad exacta a la que se refiere o como minimo a mi me pasa, realmente nunca he sabido si le pasa a otra gente, tampoco lo he preguntado.

Pasamos de un punto a otro sin darnos tiempo a establecer en nuestra consciencia en cual estamos exactamente. Vivimos tan intensamente que dejamos de percibir los más básico el tiempo se nos esfuma entre las manos y dejamos atrás escondido tantas vivencias esenciales en un baúl que supuestamente no abriremos nunca más hasta que un día esté tan lleno que nos explotará en la cara.

Donde estamos cuando no estamos? Lejos en la distancia y aunque luches contra ello notas el paso incansable de la las placas tectónicas que se separan sin remedio viendo pasar y alejarse lo que no quieres que desaparezca con dolor y pena algún día te haces a la idea de que tu estás en otro continente del cual realmente no sabes a ciencia cierta si es al cual perteneces.
Miras, extrañas y no quieres olvidar, quieres reaccionar pero el ancla que te aferra al punto en el que estás no es el mismo del resto de personas que te rodean.

Rabia? Es posible.
Frustración? Es posible.
Realidad? Es posible.

Pero...

La distancia no debería ser olvido y el olvido desilusión.

Seguiré extendiendo mi mano, una pizca, un puñado.