Me disgusta profundamente tener sentimientos encontrados. Esos de amor-odio, placer-molestia, alegría-tristeza, etc, que te vienen a veces, sobre todo cuando tienes la obligación de hacer algo que no quieres hacer. Se genera entonces en medio del estómago, una desazón que te molesta e inquieta, que no puedes definir. Está ahí, no se va y no encuentras paliativo o remedio que pueda amortiguarla o quitártela de encima. Este peculiar estado puede permanecer por mucho tiempo, más si el motivo que originó el contra sentido de emociones, persiste.
Pero. ¿qué sucede si la mujer que amas te habla con dulzura, o te da un par de besos en los labios? De esos largos, profundos, en los que disfrutas lenta, conscientemente el sabor de su boca. Ése es un remedio capaz de acabar con cualquier mal, cualquier rencor latente y ponerte a desear. No, hay que ser preciso: a desearla. Y te angustias de nuevo, porque te das cuenta que dos besos no son suficientes, que quieres más, mucho más. El problema es que no sabes si ella también quiera más, mucho más.
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