Os recomiendo leáis esta especie de diario de un enfermo de coronavirus, salido el El País semanal del día 6 de junio. Asombra el testimonio del proceso de la enfermedad vivida por este célebre infectólogo, actual jefe del hospital Ramón y Cajal de Madrid.
Hace ya muchos años que oí hablar de este pope de las enfermedades infecciosas, allá en los 90, cuando mi otra costilla rotó por su servicio en la capital de España, en los tiempos de azote del Sida.
Mi esposo quedó admirado de su mucho saber y de su humildad y gracejo trufado de expresiones de la huerta murciana que lo vio nacer. Esos relatos de mi marido me lo hicieron entrañable. No defrauda este diario de su enfermedad, contraída quizá por ser un hombre que abraza.
Gracias, doctor, por su extraordinaria labor en el campo de las enfermedades infecciosas, por su humanidad, por su sobrecogedor testimonio que invita a tomar las prevenciones debidas contra este enemigo invisible y letal, y enhorabuena por sobrevivir. Una suerte tenerlo entre nosotros.
Salud, lectores, el bien más anhelado siempre y más en este año maléfico de pandemia.
Que la lectura os sea grata y provechosa.