No siempre es posible llevar a buen término lo que se escribe, a veces las ideas son vagas y saltan de aquí para allá sin ton ni son, no se dejan atrapar con facilidad. En mi cuaderno de notas, el 15 de mayo de 2013 intenté escribir un texto breve que hablara sobre una casa que fuera grande, con alberca, árboles en el patio, un columpio, un sube y baja, grandes ventanales, mucha luz; pero después de dos borradores fallidos, lo dejé unos días por la paz. Por fin, al tercer intento quedó terminado; quizá muy diferente de la idea original, de cómo me habría gustado que quedara. Pero es que muchos textos nacen y crecen como quieren, se desvían del camino proyectado, se van por donde se les antoja para llegar a destinos insospechados.
Estos son los dos borradores, no dicen gran cosa ni aportan nada que ayude a generar nuevas ideas, los expongo para compartir un poco el sufrimiento tan común de los que intentamos escribir. El texto como quedó al final, lo puse por aquí el 20 de mayo 2013 y entre los amables compañeros que lo leyeron entonces, están Sofiama y Mujer Diosa.

Mi casa es grande, muy grande para mi soledad.
Tiene también un jardín grande, con dos o tres árboles solitarios como yo.
La sala, que no deja de ser grande, se queda muy sola si no la habito.
El comedor, con una pena grande, me mira comer solo como un perro.
Esto no sale…

Mi casa es grande, muy grande para mi soledad.
El jardín también es grande, con algunas plantas mustias y descoloridas.
En el centro, un árbol enorme,
que se alza hosco y solitario…Esta idea no termina de cuajar. Las palabras y la forma no aparecen suavemente, como debieran. Se atoran a cada momento sin dejarse consentir. Quizá mañana estén más dóciles y se dejen llevar por mi mano. Esta casa grande me está quedando igual: grande.