Samay, en Andahuaylas
su gente cree cosas extrañas, como
cuando una mujer y un hombre se juntan
O coinciden un día en la cama y en amor.
Deben entrelazarse las manos en el Mirador de Campanayoc,
en una mañana cuando la estación lluviosa florece;
porque allí no existen los otoños o cualquier otra estación convencional,
porque allí la lluvia no significa abundancia,
es sobre todo un gesto de plenitud.
Es la bendición de Mama Pacha
que a veces se enoja y nos envía algunos huaycos
que no hace más que fortalecer el espíritu de hermandad en su gente,
porque en la Sierra, sus pueblos se cuidan y protegen entre todos.

Samay, para ser feliz en Andahuaylas
Solo tenía que tomarte las manos
en la fiesta del Señor de Huanca
para bailar ese huayno que te alegra las mañanas.
Prometerte alguna cosa al oído
para extender tu sonrisa hacia el horizonte
allá donde papá Inti nos mira.

Recordar que las vacaciones se acaban
y olvidarme que tal vez ya no regrese
para guardarte en la memoria
de alguien que aguarda un regreso.
Tenía que acordarme de tantas estaciones lluviosas
donde fuimos Mayordomos de una fiesta que se acababa,
Donde en medio de nuestro querer, hablábamos de futuro
Olvidarme que la banda insoslayable dejará de tocar
y que una imagen tuya bailará un huaynito
el centro de mi alma.