Fue al final del suspiro
Que dos palabras exhalaron desde el misterio,
Recortadas sobre los pliegues
Del abrazo finito,
Como si todos los cantos se hicieran inmensos
En el calor de los días retozados.
Suelta la luz desde tus deseos,
Dejando que sinuosos recorran el trecho,
Que hay desde tu boca a la mía;
En el intertanto fuimos más,
Fundiendo la piel divina
En el enredo de dedos.
Si todo fuera el camino y fuera cierto,
Dejaría de caminar en puntillas y
Marcaría de huellas mías hasta el polvo,
Más contreñido.
Sabía que de tu corazón,
No quedaban más que resabios de aquel encuentro,
Entre tu mirada acalorada
Con mi tiempo ya andado;
Redimido y pesaroso bajo un cielo de ocaso.
Y fuiste hasta la fuente,
Te bebiste todo mi pecho
Y quisiste dejar recuerdos tatuados
Al interior de mis sueños ya viejos;
No te los impedí,
Dejé que tu piel dibujara brisas al unísono
Cual santo sudario.