Quien versa a Lorca abre su boca, abre su boca espino viejo y en trastero del estero orcas, miles de ellas serpenteando entre sogas. ¡Ay de mí!, decía el entusiasmo, ¡ay de ti!, la algarabía y entre tanto andar cantando la voz se hizo pito y la lengua alabastro. Quien versa desde las entrañas enmudece con su eco.
Texto agregado el 01-06-2020, y leído por 194 visitantes. (4 votos)