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Una historia original de El Fauno, versión final de Carlos Quesón

Ya hemos hablado del espectacular (e inesperado) éxito que tuvo la película “La Marca C de Carlos” y su secuela “El Queso del Zorro”, aclamada de pie en el Festival de Cannes y que buscaba ahora ser distribuida por las grandes cadenas cinematográficas de los Estados Unidos. Se hablaba incluso que grandes estudios, como la Paramount y la 20th Century Fox, pensaban comprar los derechos para realizar una versión propia, y hasta con repetir el protagonista, el actor Carlos Eisler, en el rol de don Carlos de Quesada.
La historia de esta película habla de un impostor, letal y asesino, el ya mencionado don Carlos de Quesada, que se disfraza del Zorro para asesinar a las bellas y millonarias señoras de alta sociedad de Los Angeles (California), en la época colonial. Al hacerse pasar por Don Diego de la Vega, todos consideran al Zorro como un asesino serial, un serial killer, el tipo va asesinando mujeres, y les va tirando un Queso. Lo más curioso del film es que el público se ponía del lado del villano (don Carlos) y no del supuesto héroe (don Diego). Esto provoco ciertos dolores de cabeza con la censura, que no aceptaba que ganaran los malos, y que encima, el malo, o sea, el asesino, continuara asesinando en la secuela, mientras el héroe quedaba reducido a un papel de idiota, pero bueno, esta historia era así.
Las películas fueron despertando tanto admiración como escándalo, fue una de las películas más reseñadas en redes sociales, en sitios de reseñas. Recibió nominaciones. El éxito era tal, que la Paramount y la 20th Century Fox seguían adelante con la idea de hacer la versión yanqui, quizás edulcorada, y con un algún final diferente, donde por lo menos, el asesino fuera preso, aunque una condición sine qua non que puso el director Alfredo Jichcock, para vender los derechos, fue poner que la novia de Don Diego, debía ser asesinada si o sí por el malvado Carlos, el falso Zorro, el sangriento asesino.
La novia asesinada era una dama de la alta sociedad catalana, María Dolores de la Encarnación y del Socorro de Olaguer y Feliú. Luego del crimen, un duelo entre los dos Zorros, el bueno vence al malo, pero este promete volver, dejando así material para la secuela. Jichcock llegó a proponer que Don Diego era gay (bueno, hay una versión de El Zorro, “el Signo del Zorro” de 1940, con Tyrone Power, que simula ser gay, o sea que Jichcock muy original no estuvo), y que su novia prefería ser asesinada por Carlos, antes de tener un matrimonio infeliz, solo para simular la falsa masculinidad de don Diego.
- He sido feliz contigo Carlos despues de que me dieras sexo, gozo y placer, asesinadme Carlillos, prefiero morir asesinada por ti, antes de tener una vida infeliz con el maricón de Don Diego de la Vega, el esta enamorado del Sargento García.
La frase final de María Dolores de la Encarnación y del Socorro de Olaguer y Feliú, con la espada de don Carlos sobre su cuello, que a continuación la asesina, y después le tira un Queso. Justo después de decir la palabra “Queso”, aparece Don Diego, una pelea, debe ganar el bueno por la censura que impone Hollywood, pero don Carlos es llevado a la penitenciaría, a Chirona, y allí jura venganza.
- Espero que vuelvas Carlos – le dijo don Diego – quiero oler vuestros pies.
Y así finaliza la película, dejando material para la secuela. A pesar de contar ya con cincuenta años, y no con los treinta de “La Marca del Zorro”, la Paramount y la 20th Century Fox eligió a Catherine Zeta Jones para el rol de María Dolores de la Encarnación y del Socorro de Olaguer y Feliú.
Así que no fue extraño que se produjera el encuentro entre Carlos Eisler y la actriz, bailarina y cantante galesa, esposa de Michael Douglas, nuera de Kirk Douglas, leyenda eterna de Hollywood. Se encontraron en una mansión tipo colonial que la Paramount alquiló para Carlos en Beverly Hills. Carlos la recibió disfrazado de “El Zorro”, o mejor dicho del otro, del falso Zorro, del asesino, de don Carlos de Quesada.
Catherine estaba bella, elegantemente vestida, a pesar de los años, parecía que por alguna acción mágica, estaba como cuando filmó “La Marca del Zorro”. Igualita, la propia Zeta Jones se asombró al verse en el espejo.
Tan bella y elegantemente vestida. Hubo una cierta atracción entre Zeta Jones y Carlos Eisler, se vieron, se miraron, Zeta Jones sabe hablar español, por eso le dijo a Carlos:
- Te llamas Carlos, como mi jardinero mexicano.
- ¿Sabes hablar español?
- Mi jardinero me lo enseño.
- Soy un Carlos, pero no soy ni jardinero ni mexicano, soy argentino.
- ¿Argentino? ¿Qué es Argentina? ¿Dónde se encuentra?
- América del Sur o América Latina, como prefieras.
- ¿Es que acaso hay más países además de México? Toda América Latina esta gobernada por un barbudo que se llama Fidel y en todos lados comen tacos y enchiladas.
Dandose cuenta que Zeta Jones representaba el pensamiento típico de los americanos sobre América Latina, Carlos prefirió no hablar más del tema, sonrió, y agarró una botella del mejor vino californiano, sirviéndole una copa a la actriz. Se la dio y empezó a beber. Pero la actriz miró a Carlos y para sorpresa del actor, le arrojó el trago a la cara.
- ¿Y esto por qué? – dijo asombrado Carlos - ¡Qué injusticia! ¿Qué bicho te pico?
- Por eso que hicieron con El Zorro. Son todos unos hijos de la chingada. Es una porquería. Voy a boicotearla. Un asco de película. Fuck you Carlos!
Catherine se puso como loca, dejo el español made in México y empezó a hablar en inglés. Y entre una mezcla de idiomas, Esiler entendió que la estrella planeaba no solo no filmar la nueva versión, sino además terminar con la distribución de las películas ya existentes, como había lograr que se cerrara una página de fanfictions.
La causa de todo fue un par de historias sobre ella. Una en que había sido detenida por exceso de velocidad, por policías corruptos que la desnudaba, ataban, le pegaban latigazos en las nalgas y la violaban en las más diversas posiciones. Y otra historia, en que era raptada en un hotel de lujo, para ser subastada a un grupo de lujuriosos, hombres y mujeres.
Agregó que pensaba terminar con la carrera actoral de Carlos Eisler.
- Terminarás preso, por hacer apología del delito – le dijo Zeta Jones, en español, aunque debió recurirr a un traductor de Google para decir esa frase.
- Muy bien Catherine – dijo Carlos - Entonces habrá un último deseo.
- ¿Ultimo deseo?
- Es que además de ser y un actor que hace de asesino, de asesino de mujeres, soy también un asesino, un asesino de mujeres, un Quesón, un matamujeres y un tiraquesos. Tendrás la marca C de Carlos en tu cuerpo, morirás como María Dolores de la Encarnación y del Socorro de Olaguer y Feliú.
Catherine sintió pánico y terror, al ver a Carlos, agarrar una espada, de las que decoraban el lugar, al estilo de las del Zorro . Y con gran rapidez Carlos apuntó a la garganta de la actriz.
- Te cortaría el cuello ahora más Catherine – dijo Carlos – pero sería un desperdicio asesinarte, sin gozar de tu esbelto cuerpo.
Paralizada por el pánico, Catherine quedó quieta en su lugar, arrinconada en la pared, entre la espada de Carlos Eisler y la pared de aquella mansión colonial. Carlos pasó la espada por el cuello de Catherine, rozándolo pero sin herirla, y fue bajando la espada, no la hirió, pero empezó a cortarle el vestido. Primero fueron los breteles, desnudando los senos. Paso el filo de la espada por los pezones de la actriz. Luego el resto del vestido fue convertido en jirones y finalmente le cortó la bombacha.
Carlos fue bajando de la boca a los senos, el beso se convirtió en succión de pezones.
La actriz fue desvistiendo al actor. Ninguno supo que pasó con el vestido de diseñador. Catherine quedó desnuda. Eisler le abrió las piernas, con algo de brutalidad, la poseyó una y otra vez. Sus dedos apretaron sus nalgas y sus dedos incursionaron, penetrándola. A Catherine esto le gusto mucho, le encantó, por eso se fue metiendo en una especie de trance, como entregada a Carlos.
Por la dudas de que hubiera algo de cierto en esas odiosas fanfictions, quizás Carlos las había leído, ser arqueó como en esa película en que esquivaba rayos láser, haciendo movimientos sexies, talento de bailarina. Ella cayó de rodillas, y luego, quedó tendida en el piso, Carlos se paró encima de ella. Primero ella empezó a olerle las botas, chuparlas, lamerlas, besarlas, después se las sacó, e hizo lo mismo con los pies, cubiertos de medias o calcetines, tras hacerlas, se las sacó, e hizo lo mismo con los pies descalzos. El olor a Queso de Carlos Eisler era repelente, pero ella estaba como entregada, como una zombie, obedeciendo al Zorro Quesón.
Tras el fetichismo de los pies, ella se incorporó y quedó de rodillas, ella demostró su práctica en el sexo oral, cuando Eisler le metió la pija en la boca. Se nota que lo hacía mucho con Michael Douglas. Luego Carlos le pegó con el costado de la espalda en las nalgas. Y le tapó la boca. Otra vez la obligó a tenderse en el piso. Eisler la poseyó como en Irreversible. Se puso encima, y la cogió de ambos lado, por atrás primero, por adelante después. Atracción Fatal como la película que Douglas hizo en 1988.
¿Violación, sexo consentido? Sólo lo supieron Esiler y Catherine Zeta-Jones. Yo, el cronista, Carlos Quesón, digo que Carlos Eisler, me confesó que ella estaba repleta de gozo, placer y satisfacción, como en estado de trance. Y que para él, si bien la pasó muy bien, y también tuvo su goce sexual, fue solo una relación sexual más en su tránsito como Quesón.
- La verdad, Carlitos – me dijo Carlos – creí que por ser la mujer de Michael Douglas iba a ser mejor, en medio de aquellos gemidos que daba mientras cogíamos me confesó haber cogido con Antonio Banderas, muchas veces, cuando filmaron “La Marca del Zorro”, y hasta con su suegro, Kirk Douglas, que vivió hasta los 103 años. El mítico Espartaco, el verdadero, el viejo con sus cien años aún andaba bien, y decía “I am Spartacus”. La verdad, Carlitos, te confieso que la pase mejor con Liz Solari y con Camila Bordanava, te lo juro.

Catherine estaba exhausta, tendida en el piso, después de aquel sexo. Carlos agarró la espada, deseaba ahora asesinarla, pero no lo quería hacer así, con ella tendia sobre el suelo, por eso agarró de vuelta, la botella de vino californiano, y se la tiró completa a Catherine.
- Parate Catherine, parate – le dijo Carlos.
La actriz, sumisa y obediente, se paro.
- Debes tener una muerte digna, defiéndete, Catherine – le dijo Carlos, y le entregó una espada de utilería, de plástico, de juguete, como las que se usan en el cine.
Hubo entonces una lucha de espadachines. Catherine demostró una gran dignidad, pues supo defenderse bastante.
- En realidad Carlitos – me dijo Carlos Eisler – la hubiera podido asesinar con una herida inmediata en el cuello o en las tetas, pero quería divertirme un rato, y la deje luchar, le dí esperanza, soy un asesino, pero un asesino bueno, que trata a las mujeres que asesina con dulzura.
Y cuando considero que la diversión ya era suficiente, Carlos, puso la espada sobre su cuello, y ¡raaaaaaajjjjjjjjjjjjjj! Se lo cortó. Tras la herida profunda en el cuello, le dio un par de heridas aún más penetrantes en el cuerpo, esta vez no le hizo la marca “C” de Carlos, sino que le grabó completo, su nombre, “Carlos”, sobre las tetas, dos heridas finales, otra sobre el cuello, otra sobre el estomago, terminaron la faena.
- Queso – dijo Carlos, tirando el Queso sobre el cadáver de la víctima.
Sí, porque si bien no lo habíamos dicho, en la mesa donde estaba el vino californiano, se hallaba un gran Queso, mudo testigo del asesinato.
- Pobre Michael Douglas – dijo Carlos en voz alta – hace poco murió el viejo, ahora lo deje viudo – y el asesino agregó una sarcástica risotada.
Sin hacerse problema alguno, Carlos Eisler abandonó aquella mansión. No sabemos bien que pasó después. Una leyenda urbana dice que cuatro tipos, parecidos a Moe, Larry, Curly y Shemp, las Santillanas en versión hollywoodense, limpiaron la escena del crimen, y quizás Zeta Jones fue clonada, para evitar que el señor Douglas sintiera la tristeza de su pena, y que la Paramount y la 20th Century Fox filmara la película que proyectaron. Pero eso no es de nuestra incumbencia, nosotros relatamos un asesinato Quesón, y lo único que importa es el Queso.

Texto agregado el 01-06-2020, y leído por 146 visitantes. (0 votos)


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