En una isla del Mar Egeo
Dimitri era ciego; un accidente le había arrebatado la vista a la edad de diez años. Recordaba los colores y las formas pero las tuvo que recrear con la imaginación y el tacto. En el pueblo de LíJINOS todas las familias vivían del mar, los hombres eran pescadores y los sustentos, alegrías o desgracias provenían del mar.
La vida le habla a cada uno de diversas maneras, Dimitri había desarrollado una fina percepción; los perfumes,los sonidos o las inflexiones de las voces le transmitían un exacto conocimiento de las emociones ajenas. A pesar de que el mar había sido la causa de su invalidez, lo amaba.
Irene, su hermana mayor, preparaba con la madre el vestido de novia de Diana, la hija del rico comerciante que se casaba con Alejandro, el hijo mayor del comisario.
Alejandro…ese nombre temblaba en la voz de Irene.
Los dos hermanos se parecían. Muchos los tomaban por mellizos pero el accidente marcó la diferencia. La belleza de los ojos verdes del niño quedó intacta, pero adquirió una inquietante inmovilidad.
Los hermanos salían a pasear por las noches con Aquiles, el vecino de casa , amigo de los dos . Aquiles a veces le confiaba a Dimitri su pena porque la joven no correspondía a sus sentimientos.
Dimitri lo escuchaba pero no le decía que el corazón de su hermana estaba anclado en un amor imposible.
En esa época las diferencias sociales eran difíciles de superar.
El único lugar en donde caían las barreras, era en la taberna folclórica. Allí se encontraron Irene y Alejandro, dos mundos distintos. La danza colectiva los había igualaba con sus ritmos. Los dos disfrutaban bailando y sus cuerpos reproducían los mismos gestos mientras las miradas y el deseo se encendían. Irene sabía quien era él, pero emocionada y respetuosa no osó decirle su nombre. Durante el baile los dos parecían olvidar lo que los rodeaba. Alejandro flirteaba descaradamente con Irene ante los ojos de su novia feliz y confiada.
Pocos días antes de la boda. Clavando sus ojos en los de Irene, Alejandro murmuró:"Eres la mejor "...
Llegó el día en que las mujeres dieron la última puntada al vestido de bodas.
Irene no podía sospechar que llevaría suspiros y lágrimas escondidos en los pliegues de su traje de novia.
Esa misma noche Irene no fue a pasear con su hermano y Aquiles, dijo que saldría con unas amigas. Cuando se hizo muy tarde y aún no regresaba, la familia comenzó a preocuparse.
El mar esa noche estaba inusualmente agitado .Zarandeó el cuerpo de Irene arrojándolo contra las rocas una y otra vez hasta depositarlo en la playa donde Alejandro, que solía galopar al amanecer por la playa desierta, lo encontró. El cuerpo no daba señales de vida y el bello rostro era irreconocible. La dejó en la prefectura del puerto y siguió su camino. Esa noche se casaba con Diana y el triste encuentro no ocupó su atención más que el tiempo para cumplir con su deber y responder a las formalidades necesarias. Según lo programado después de la boda partiría con su flamante esposa para Inglaterra donde completaría sus estudios.
Cinco años más tarde
Después de la muerte de Irene el corazón del padre no resistió mucho tiempo al dolor de la pérdida.
Aquiles le había enseñado a Dimitri a tejer y reparar las redes y era conocido como el mejor el tejedor de la isla . No le faltaba trabajo. Era hábil y sus dedos se adaptaron con rapidez a un movimiento cargado de memoria. Estaba contento porque podía ayudar a la madre en los gastos. Eso lo hizo crecer interiormente, tenía veintitrés años y se había convertido en un muchacho muy guapo que atraía las miradas de las jóvenes. Una de ellas se queda con él hasta el alba hasta cuando terminaba el trabajo y lo ayudaba a guardarlo en el galpón . Algunas veces Dimitri no cobraba por el trabajo, conocía a todas las familias del pueblo y sabía quienes no podían permitirse gastos en ese momento. No ofendía regalando su trabajo, pero llevaba una lista de deudas que sabía que nunca serían pagadas. La devoción de la joven conmovía a Dimitri.
Mientras tejía descubrió poseer un talento innato para la poesía, componía canciones que cantaba sobre la base de cadencias arcanas. Las palabras eran casi siempre tristes que relataban amores imposibles.
Demián llegaba a su lugar en la playa poco antes del ocaso, parecía que con su canto renovara el saludo mitológico al Sol. Una rueda de jóvenes amigos lo rodeaba y acompañaban los ritmos . Trabajaba durante horas cuando el calor cedía al aire que llegaba impregnado sal.
Después de pasar más de dos años en Londres, Alejandro y Diana volvían durante los meses del verano a la casa de la colina. Habían partido dos y volvían tres, Había partido un estudiante de medicina y volvía un médico que ejercía con éxito en Atenas.
Cierta noche, después de atracar su yate en el puerto, Alejandro se encaminaba hacia la colina cuando al pasar cerca del círculo de jóvenes que rodeaba a Dimitri, se sintió atraído por la canción y se unió al grupo. Las palabras de un amor desdichado lo emocionaron. Un farol iluminó fugazmente el rostro de Dimitri y entonces recordó otro rostro.
Al llegar a su casa la esposa estaba amamantando al niño. Alejandro conversó con ella del más y del menos y esperó hasta que terminara con el niño y lo pusiera a dormir. Estaba seguro que ella recordaría.
Cuando Diana volvió él la tomó entre sus brazos y le preguntó : ” ¿cómo se llamaba esa chica que bailaba conmigo en la taberna,esa que te hizo tu vestido de novia?”
SIGUE……………………ESPERO
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