Durante el auge de la extracción del mineral nitrato de potasio, ocurrido a finales de los años mil ochocientos, se manifestarían las primeras sublevaciones laborales.
Estos espontáneos actos inconformistas, denunciarían los continuos abusos de empresas inglesas, dueñas de los yacimientos mineros.
En aquella época, destaca la figura del general de ejército Roberto Silva Renard. A quién se ligaría a graves atropellos en contra de los pampinos.
Éste férreo soldado sería recordado por su activo rol en la matanza de la escuela Santa María de la ciudad de Iquique.
_ ¡Por los muertos en la escuela Santa María!_ Gritó un 14 de diciembre de 1914 el anarquista Antonio Ramón, atentando en contra de la vida del general. Pero a pesar de las innumerables heridas, Renard lograría sobrevivir.
Uno de los más despiadados genocidas de la historia chilena, fallecería en su residencia el 7 de julio de 1920.
Otro nefasto, cruel, e inolvidable personaje de esos años, fue Recadero Amengual.
Siendo un abnegado soldado, Amengual habría participado activamente en la guerra del Pacífico, y por méritos logrados en combate, es destinado al extranjero liderando su propia embarcación.
El 5 de junio de 1925 el gobierno lo llamaría a retiro del servicio activo, designándolo como intendente de Tarapacá.
Bajo el alero de su nueva autoridad gubernamental, ordenaría sofocar la rebelión en la salitrera Coruña, acción que deja un saldo de dos mil pampinos asesinados, entre ellos familias completas.
Los responsables de la masacre, deseando evitar que la verdad viese la luz pública, ocultarían los cuerpos de las cientos de víctimas en piques subterráneos y fosas comunes. Hasta el día de hoy no se sabe con certeza sus paraderos.
Recadero Amengual el asesino de Coruña, nunca enfrentaría a la justicia por la despiadada matanza, falleciendo en su residencia en 1936.
Después de cuatro intensos e interminables meses estamos de regreso en el pueblo fantasma de Humberstone.
Gloria protegiéndose los ojos con la palma de su mano mira hacia los cielos consultando el tiempo.
_ ¿Está linda?_ Pregunto enseñándole la rosa de color blanco que comprásemos en el mercado central de la ciudad de Iquique.
_ ¡Muy hermosa!_ Mi compañera sonríe_ Estoy segura que a él le habría encantado_ Tras el risueño comentario permanece por un instante observando detenidamente el árido paisaje de la pampa del Tamarugal_ ¡Vamos por aquí! Este sendero nos llevará donde vimos el fantasma de Justo_ Entrelazando nuestras manos comenzamos a caminar por la polvorienta ruta.
En silencio avanzamos eludiendo una docena de turistas brasileros alemanes y argentinos, quienes entraban a lo que fuese a finales del siglo pasado la escuela del poblado.
Son cientos los turistas que al año visitan la oficina salitrera de Humberstone, declarada patrimonio cultural de la humanidad por la Organizaci{on de naciones unidas.
Nos alejábamos de los visitantes cuando un puñado de rebeldes vientos que viajaban por la pampa se precipitaron con desmedida fuerza sobre el pueblo, comenzando a colarse entre los recodos de las viejas y abandonadas factorías. Estas furiosas ráfagas de aire caliente produjeron tristes sonidos muy parecidos a pálidos cantos de antiquísimos fantasmas resistiéndose al olvido.
_ ¡Allí es, al final del sendero!
_ ¿Estás segura?_ Ahora soy yo quien se protege del sol con la palma de la mano.
_ Me acuerdo perfectamente. Lo sé por la posición de la señalética.
_ ¡Ahora recuerdo! Estaba junto a estas escaleras cuando tomaste las fotografías en donde sale retratado el fantasma_ Me acerco dubitativo y cauteloso, como si temiese que Justo nuevamente se presentaría entre nosotros.
Por su parte Gloria nuevamente saca varias instantáneas con la cámara de su teléfono móvil_ Tengo una pena que no entiendo_ Susurra antes de gritar anonadada_ ¡Jorge ven a ver las fotografías que acabo de tomar!.
_ ¡No puede ser... Otra vez!... Quizás solo sean aberraciones cromáticas de las cuales habló tu amigo el fotógrafo_ Reflexiono observando en las imágenes aquella esfera de luz que al igual que en las fotografías de hace unos meses atrás, parecieran flotar a nuestro lado.
_ ¿Estás seguro?
_ Para ser franco. No.
_ Jorge este fenómeno es real. ¿Sientes la melancolía en el ambiente? La atmósfera de Humberstone está cargada con una tristeza eterna. Percibo el abuso y las injusticias que tuvieron que sufrir las familia que habitaron en este pueblo. Hay demasiado dolor emanando de todos los lugares. Y cada vez que hemos regresado ese sentimiento me sofoca.
_ ¿Y la esfera de luz? En las imágenes siempre aparece junto a nosotros.
_ No puedo imaginar el por qué.
_ Gloria, no soy yo a quién los fantasmas eligen. Eres tú la revolucionaria que se queja de todo. De la injusticia, de la pobreza, de la desigualdad.
Mi amor, vives exigiendo cambios a un mundo injusto que pareciera no escucharte. Sin verlo ni desearlo eres el grito de protesta de los sin voz. Lo sé, pues la suma de todas esas cosas, es lo qué me llevó a enamorarme de ti. Aún cuando muchas veces jures que no te importa nada, eres una hermosa persona con un alma bondadosa y ellos seguramente también lo saben. ¡Te amo y estoy feliz de ser tu compañero de ruta_ Sonrío sincero_ Vamos, dejemos la rosa para Justo. Que sea un significativo símbolo para las nuevas generaciones. Que nadie olvide el sacrificio de tantas familias.
Gloria fotografía la aromática rosa que dejásemos entretejida junto al pequeño jardín de la roída oficina de partes del pueblo fantasma. La posicionamos a uno de los costados donde meses antes prometiéramos regresar a rendir un legítimo tributo a Justo, aquel triste fantasma que saliera retratado en las fotografías que Gloria tomara aquella vez.
Justo Jiménez
Dirigente sindical del pueblo de Ramírez,
fallecería defendiendo las familias que habitaban
la salitrera Coruña, un 04 de Junio de 1925.
Descansa en paz; jamás te olvidaremos.
Jorge y Gloria
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