Las trincheras quedan mudas ante el sonido de las trompetas, al sonido de la retirada momentánea del enemigo, los que aún podemos oler sentimos el olor del abrazo mientras nuestras cabezas debaten en su interior a quien se lo darán primero, los simbolismos más simples son los más importantes y difíciles de realizarse correctamente.

Las mutilaciones con las que cargamos no se verán a simple vista pero siento que nuestro paso ya no será tan firme, parte de nuestra alma la arrastraremos para siempre haciendo que el camino no será igual que antes.

Las conversaciones más repetidas, volverá?, estaremos?, se estará retirando para siempre?.

De lo único que estoy seguro es de dos cosas, que volvería de nuevo sin duda, mi secuela debe ser el síndrome de Estocolmo y que echaré de menos a casi todos los que han estado conmigo y los que ya no podrán estar.

Fin del pensamiento de una persona con miedo oculto.