Este es el segundo texto enviado al "Cien en cuarentena", que convocó Walas el mes pasado.

Lo despidieron del trabajo. Deprimido, entró en una cantina que encontró al paso. Bebió hasta casi ahogarse. Al día siguiente no recordaba casi nada: rostros borrosos, voces, ruidos. Vagamente vislumbró estar escribiendo. ¿Qué hizo?, ¿cómo llegó a su casa? Era un misterio.
La cruda lo mantuvo en cama hasta que tocaron la puerta. Un muchacho traía una carta. ¿Quién enviaba cartas todavía? Leyó: “Estimado Luis, usted es un hombre honesto, trabajador, simpático. Lo que está viviendo, pasará. El texto lo reconfortó, le hizo sentir mejor, congraciarse con la vida. La decepción vino al mirar la firma, porque era la suya.