Muchas veces he hablado de la magia, del despertar, de ser conscientes de todo lo que nos rodea y del esfuerzo personal que realizo cada vez que abro el puente levadizo que deja la entrada a mi fortaleza interior demasiado abierta, allí donde se esconden mis miedos, mis demonios y mi luz de niño olvidada, para mi es un esfuerzo casi inhumano ya que al igual que cada uno de vosotros las apariencias engañan y los escudos protectores diseñados para mostrar simplemente la parte que dejamos ver es tan personal como cada uno quiera que sea.
En estos días esa puerta se ha abierto repetidas veces, puede que por el simple miedo, puede por intentar abrazar con esa parte que guardo con recelo por el temor de descomponerme un poco más.
He intentado no perder el control, hacer llegar a los que me rodeaban algo más de mi que ni siquiera conocía yo mismo y la experiencia aunque agotadora me ha llenado positivamente, me ha ayudado a exorcizar y comprender que el fluir puede hacer salir y entrar nuevos sentimientos que tenía almacenados, encarcelados y como si de un sadomasoquista me tratara el dolor ha sido compensado con el placer de liberarlos.
La luz al final del túnel, la luciérnaga brilla con una luminosidad que aclara poco a poco la oscuridad que nos rodeaba pero no ha sido para nada fácil, para nada.
La libertad y el acercamiento puede convertirse en una trampa para todos que puede atrapar y hacerte esclavo de nuevas situaciones, de nuevos mundos que desconocías y ahora son parte de ti.
Han ocurrido tantas cosas que mi forma de existencia se ha tambaleado tanto que mi esencia ya no es nada parecida a la que fue en algún momento ahora lejano.
Lo noto en los demás, lo noto en ti, lo noto en mi.
La luz puede ser el camino pero la oscuridad, la oscuridad es importante y no olvidar que es parte esencial de nuestro ser.
Me siento cansado y a la vez más vivo que nunca, puede ser que nuestra fragilidad sea una parte más relevante de lo que creía de nosotros mismos, las dudas, los temores y las acciones interactuan para formar lo que realmente somos... seres capaces de lo mejor y lo peor, la ambigüedad del ser humano, la ambigüedad de nuestras almas efímeras y constantes.
Fin del pensamiento de una persona con miedo oculto. |