Este texto es de hace un par de años y ya lo había puesto por aquí entonces. Ojalá algunos lo recuerden.
¿Cómo saber si algo que sucede es cierto, si no tenemos forma de comprobarlo? Un hecho pasa, la realidad nos dice que aconteció; pero ¿y si nuestra percepción sobre él fuera falsa, errónea, equivocada, ilusoria? ¿Quién podría asegurar que no es así?... “Pensamos que la realidad es lo que vemos”, cuando la realidad “es la percepción que de ella crea nuestro cerebro”, es lo que afirman grandes filósofos. Nuestra memoria nos juega a veces malas pasadas, tergiversando hechos y recuerdos, generando un mar de olvidos que quizás nos brindan la paz necesaria para no sucumbir a las adversidades o fracasos pasados. Se crea entonces un cúmulo de dudas que nos hace reflexionar en una infinidad de detalles y querer saber realmente lo acontecido.
Mi casa es de dos plantas. Estoy solo en la casa. Es de noche y una lluvia pertinaz cae afuera desde hace varias horas sin amainar para nada. Consigno que mi lugar preferido se encuentra en la estancia de la planta alta; cuando deseo escribir, me planto frente al ordenador sentado en una silla blanca, que me permite trabajar cómodamente, rodeado de varios estantes repletos de libros. Pero ahora estoy en la planta baja mirando la tv, despatarrado en un sillón viendo en el servicio de cable una vieja película que siempre me ha gustado.
De repente, escucho un golpe fuerte, claro, el caer de algo, alguna cosa, un cuerpo; el ruido proviene de la planta superior, como si la silla blanca que ocupo para escribir hubiera caído y alguien más con ella. Después, silencio. Me asusto porque si soy yo el único que está en casa, no tengo perros, gatos ni ratas, ¿no es lógico pensar que quien ha caído con todo y silla soy yo, sin darme cuenta? Sí, ya sé que he dicho que yo me encuentro en la planta baja, no arriba; pero ¿si de verdad estoy allá y me he golpeado en la cabeza, desmayado o no puedo levantarme? ¿Si necesito ayuda?... Lo normal sería subir de prisa las escaleras, auxiliarme si es que realmente soy yo el caído; pero no corro arriba, al contrario, me mantengo expectante porque no sé lo que voy a encontrar allá y me da miedo. Quizás algunos libros son los que se cayeron y no precisamente yo; pero si subo y compruebo que el que permanece tirado en el piso o se ha caído, soy yo, ¿qué voy a hacer?
Puede parecer una estupidez todo mi razonamiento, pero quién me asegura que en verdad yo estoy aquí abajo y no arriba, que a lo mejor el que está aquí abajo es solamente una ilusión, un error de la realidad. Así que mejor permanezco quieto y me contengo de subir a la planta alta. Un relámpago y segundos después un trueno poderoso, me hacen saltar en el sillón. Se ha ido la energía eléctrica, me encuentro a oscuras.
Hágase la luz, imploro para mis adentros, pero la luz eléctrica no regresa. Permanezco inmóvil, aterrado. Pasados varios minutos, por fin la energía se restablece. La tv se apagó con la interrupción de la corriente. Me levanto del sillón, me armo de valor. Camino hacia la escalera que lleva a la planta superior y comienzo a ascender, uno, dos, tres, cuatro peldaños. De pronto, se me erizan los pelos y me detengo… escucho la voz de alguien que se queja adolorido. Es la mía.
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