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Definitivamente la amaba, ya no se podían esconder esos sentimientos, concluyentemente estaba en la mejor relación de mi vida me dije, pero nuevamente el Daniel lógico y frío me dijo: “tú sabes que eres un enamoradizo de pacotilla”, me molestó un poco y luego tuve que decirle a mi yo aguafiestas: “siempre arruinas todo con tus inseguridades”, luego él me dijo de manera seria – tú te dejas arruinar con otras personas por ser tan confiado-. Estaba jodidamente enamorado e inseguro, debía saber si esto era “verdadero”.
Anteriores veces ya había confiado y acabado en solo otro fracaso más, pero ella era diferente, Daniela, así se llama, me había demostrado que no sólo era tremendamente hermosa, que desde que la vi sentada en aquel sillón me cautivó, pero lo que más me llamó la atención fueron sus ojos, en ellos se podían ver un mundo profundo y bello, en pocas mujeres que conocí pude ver esos ojos profundos, era un mundo que me gustaría descubrir, un mundo que ella me invitase a conocer.
Descubrí que cuando le interesaba algo, lo averiguaba, no como todos lo hacemos, sino de una manera, cómo decirlo, demencial, se obsesionaba por saber todo lo posible de esa cosa, es bastante curiosa, pero lo que más me encantaba, era su increíble ternura, su manera diferente de amar, tenía la capacidad de que con una caricia pueda calmar el alma, mi alma. No parecía real, mi mente lógica me decía que había gato encerrado, no puede haber una mujer así, con esa capacidad de amar. Tenía que averiguarlo.
Una mañana me comentó que iría a ayudar a su madre a sembrar, sus padres vivían en el campo, yo prácticamente no conocía el campo, y poco podía saber de sembrar o cosechar, pero al escucharla cuando hablaba de su pueblo y ver como sus ojos empezaban a brillar, me decía que cómo me hubiese gustado ser parte de algo, en mi caso, siempre estuve en la ciudad, rodeado de edificios y caos, siempre viajando, nunca me consideré ser de algún lugar, me resigné a ser un viajero y rescatar lo mejor de mi hogar temporal, realmente éramos de mundos diferentes.
Le dije que quería ir, pues si ella iba a ir al campo con su familia, podía tener la oportunidad de conocerla por medio de su familia, ella muy sorprendida, me advirtió que el campo no era lugar para un citadino manos de oficinista, era un trabajo duro y que no debería ir, nuevamente mi Daniel lógico y frío me saltó con la pregunta - ¿por qué no quiere que vaya? - Y también se entrometió el Daniel orgulloso ¿cómo que citadino manos de oficinista? ¿te dijo debilucho?, una cosa que no tolero es que me subestimen y que me digan que no puedo, así que insistí, lo hice tanto que ella aceptó.
No conocía Vallegrande, era un pueblo que había escuchado en las clases del colegio, solo sabía que era frio y que el pan era delicioso. Pero al llegar me sorprendí mucho, realmente era frio, pero su aire de valle entró por mis pulmones como purificando mi alma, amé este pueblo desde que bajé del bus, fue la primera pista, ya estaba comprendiendo porqué brillaban los ojos de Daniela.
Conocí a su familia, pero solo unas horas de la madrugada, por lo que todos estaban dormidos, partimos inmediatamente al lugar de siembra, dos horas de Vallegrande, un lugar llamado La Vieja, ¿Quién llamaría a un lugar La Vieja? Me pareció un nombre muy jocoso, ya que, al ver los cerros, la tierra, sí se veían más viejos que Vallegrande, sus cerros rocosos y rojos, no parecían nada a los verdes y redondeados cerros que se divisaban en Vallegrande, la carretera era de un solo carril, difícil de llegar, incomodo de sentir, pero estaba con ella, me agarraba de la mano y solo miraba el camino estaba un poco nerviosa.
Llegamos, Daniela, su madre, hermana y el esposo de su hermana se pusieron a la marcha, luego de dejar las cosas en una casa pequeña, fuimos a la siembra, caminamos unos doscientos metros, y ahí estaban, bolsas azules de unos cincuenta kilos cargadas de semillas de papa, eran grandes, estaban en la cima de un pequeño monte, cerca al camino, ese camino de tierra roja y rocosa, se podía ver que no había más personas en kilómetros, el silencio del campo era lo único que nos acompañaba.
Gonzalo, el esposo de la hermana de Daniela, levantó sin ningún problema una de las bolsas azules de papa, y se fue por una senda bajando la colina, había un claro en aquel bosquecillo, era ahí donde se iniciaría la siembra, se veía que la distancia era unos cien metros bajando, por lo que veía que no sería fácil bajar esas bolsas, pero al ver que él lo hacía fácil dije en vos alta “no debe ser tan difícil”, la hermana de Daniela me miró y dijo que me tocaba bajar; miré la bolsa, la miré a ella, volví a mirar las bolsas, así que ella viendo que yo me estaba, como decirlo, asustando, me dijo que si quería ella podía ayudarme a bajar, de repente recordé la frase: “debilucho con manos de oficinista” el Daniel orgulloso había vuelto al acecho; luego me acotó: “sé que no lo dijo Daniela, pero sé que lo pensó”. Me reusé a que me ayudara, me levanté, y alcé una de esas bolsas, de pronto sentí que algo se había movido dentro de mí, hice todo mi esfuerzo y levanté esa bolsa azul de papas, me la puse en la espalda y empecé a bajar por aquella senda, sentía que cada paso que daba esa bolsa se fundía a mi espalda, mis piernas estaban casi cediendo al peso, y esa senda nunca se acababa, al llegar al lugar de siembra, toda la cabeza ya estaba mojada de sudor, el cuello estaba rojo, debido a que casi se cayó la bolsa azul a media senda, por lo que tuve que frenar la caída con mi cuello, tuve que bajar 3 bolsas más.
Comenzamos con la siembra, un trabajo que duró todo el día, vi cómo Daniela era hablaba y trataba a su madre, realmente era una hija dedicada, también vi que ella no se escapaba del trabajo, siempre atenta, también veía que sus sobrinos la querían mucho, era también una tierna y divertida tía, pero también vi que cuando se enojaba era implacable. Por mi parte solo deseaba que se acabe el día, dentro de mi agradecía a mi padre que me haya obligado a estudiar, el campo es un trabajo muy duro.
Al finalizar el día, mis manos estaban reventadas por el trabajo, el cuerpo magullado, la piel quemada por el sol, los demás aun sonreían y jugaban entre ellos, yo estaba cansado, pero me sentía muy bien, muy bien conmigo mismo, había superado esta prueba, demostré, de alguna manera claro, que sí tenía manos de oficinista, estas reventaron a los pocos minutos de usar un azadón, pero no me importó seguí trabajando, Daniela no me decía mucho, solo me observaba.
Al volver a Vallegrande concluí que Daniela no debía demostrarme nada, ni tampoco yo descubrir que era una mentira las cosas que decía, esos miedos e inseguridades eran problema mío, ese día me demostró lo maravillosa que era, sin decir nada, sin comentar nada, solo lo hizo.
Al final me di cuenta que ella era quien me estaba observando, quien estaba decidiendo si yo era un hombre correcto; no necesitaba usar esta garganta bendecida que yo tenía para calentarle el oído a ella, o las dulces y melosas palabras que le decía o le escribía para que pueda caer en mis redes, ella no era así, no funcionaba esas cosas con Daniela; ella buscaba cosas con más sentido, más valiosas.
Este viaje me demostró que yo debía esforzarme por estar a la altura de esta mujer maravillosa, que debía ser un hombre en todo el sentido de la palabra, de mejorar para merecer una mujer como ella, sinceramente no sé porque me escogió, pero yo sé porque la escogí. Ella me hace un mejor hombre, ella mi invita a bajar de mi nube de ego y ser más humilde, a ser más valiente, a dejar mis debilidades. Quien diría que bajar unas cuantas bolsas de papa y sembrar todo el día habrían dicho mucho más que todo lo que dije antes y todos los poemas y cartas de amor juntas, con este acto le dije que podía cambiar, que podía mejorar, que podía estar a su altura, que podía merecer su amor, ya que yo también soy un hombre valioso.

Texto agregado el 19-05-2020, y leído por 104 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
20-05-2020 Hermosa historia, sacada del baúl de los recuerdos, de la tierna memoria. Las maneras de enamorarse, infinitas, y entre ellas, la tuya es única. 5 de 5 * mi buen y enamorado amigo. AlexVillalpandoS
19-05-2020 Un viaje al pasado, para entender un presente lleno de amor. Inmejorable. mis 5* will_quisbert
 
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