Esta historia comenzó en una esquina, en cualquier esquina, pero eso sí de Barracas. Y en esa esquina no había un café había un buzón donde los muchachos esa mañana de domingo se reunieron tarde. Claro, la noche anterior unos habían ido al Luna a ver a Nicolino, otros de milonga o tal vez a algún casamiento.
Sentado en el cordón de la vereda estaba el jefe, no sé porque pero en todas las barras hay un jefe, porque pega más fuerte o porque le sobran hazañas.
-Che, quien es ese que viene ahí?- le comenta al Lengua, sentado a su lado.
A una cuadra se veía una figura, era Roquito el hijo del almacenero que se había casado hace unos meses con la turca Gloria, que según el jefe y el Lengua ya había pasado por la vida de ellos y la de varios.
Lo frenaron a veinte metros.
-Roquito, donde te metiste? Dejaste a la vieja?-
-No, ustedes saben que eso nunca-responde Roquito- me case-
-Noooo, con quien te casaste?-
-Con Gloria- responde Roquito tímidamente.
Y ahí, le dijeron la palabra prohibida
- Con esa puta?-
Se fueron a las manos, los separaron y Roquito se fue para su casa con una llaga en el pecho y una lagrima en cada ojo.
-Que paso que volviste tan temprano?- le dice Gloria al verlo- Echo los ravioles?-
-No, deja, no quiero comer, me voy para la Boca, hoy arranco desde la tercera-
-Pero que te pasa-Insistió Gloria.
-Nada, que estuve con los muchachos-
-Y eso que tiene que ver?-
-Que me dijeron que eras una puta-
-Y acaso eso vos no lo sabias? no te lo conté? , Pero desde que estamos juntos, alguna vez te fallé?-
-No, ya sé que no, pero déjame, tengo ganas de estar solo-
Y se fue para la Boca, pero ese día no grito los goles, ni puteo al réferi. Bajo lentamente los escalones de la tribuna sin empujar ni detenerse ante los gritos. Y dio vueltas por la ciudad, caminando sin rumbo para terminar en un cabaré, para volver a su casa de madrugada, borracho y con más dolor que antes.
Al doblar la esquina ve que hay un montón de gente en la puerta, corre y que paso?
La mina se había agatillado.
Y ahí, para ese momento mío, imaginario, el genial compositor Enrique Santos Discepolo nos escribió:
La gente, que es brutal cuando se ensaña,
la gente, que es feroz cuando hace un mal,
buscó para hacer títeres en su guiñol,
la imagen de tu amor y mi esperanza...
A mí, ¿qué me importaba tu pasado...?
si tu alma entraba pura a un porvenir.
Dichoso abrí los brazos a tu afán y con mi amor
salimos, de payasos, a vivir.
Fue inútil gritar
que querías ser buena.
Fue estúpido aullar
la promesa de tu redención...
La gente es brutal
y odia siempre al que sueña,
lo burla y con risas despeña
su intento mejor...
Tu historia y mi honor
desnudaos en la feria,
bailaron su danza de horror,
sin compasión...
Tu angustia comprendió que era imposible,
luchar contra la gente es infernal.
Por eso me dejaste sin decirlo, ¡amor!...
y fuiste a hundirte al fin en tu destino.
Tu vida desde entonces fue un suicidio,
vorágine de horrores y de alcohol.
Anoche te mataste ya del todo y mi emoción
te llora en tu descanso... ¡Corazón!
Quisiera que Dios
amparara tu sueño.
muñeca de amor
que no pudo alcanzar su ilusión.
Yo quise hacer más
pero sólo fue un ansia.
Que tu alma perdone a mi vida
su esfuerzo mejor.
De blanco al morir,
llegará tu esperanza,
vestida de novia ante Dios...
como soñó.
Infamia. Año 1941.