No se cansaba de repetir el mismo libreto en todas partes. Ora por aquí, ora por allá y ora por acullá. Nunca se desprendía del manual, lo llevaba al baño, al restaurante, a la iglesia, al estadio, a la taberna. No podía vivir sin ese manual, era su vida, su adoración, lo quería más que a su mujer pues hasta dormía con él. Oliva ya estaba mamada que a cada minuto la regañara y le restregara el manual en la cara por no hablar como se debía. Siempre la corregía con el libro en la mano, mira mira como se debe decir: no se dice hijueputa, sino hijo de puta, no se dice culiar sino hacer el amor. Ella no soportaba que para cada situación que se presentaba sacara el manual y con base en tal o cual regla le amargara la tarde, o la noche, pues estar desnudos o en peloto es la misma mierda. Un día que le corregía, ella se salió de la ropa y le dijo:
-Por estar preocupado en cómo se debe hablar ni en la cama funcionas
Ante esas palabras Manuel se puso pálido, jamás pensó que Oliva le fuera a contestar de esa manera. Después de cinco minutos vino a articular palabra pues lo cogió fuera de lugar, le desbarato el discurso y para que lo volviera armar en un minuto fue difícil.
A un hombre pueden decirle que es feo, que es desordenado, mentiroso, celoso y miedoso y todos los calificativos que existen. Todo eso se puede asimilar, pero que le digan que no funciona en la cama, esas son palabras mayores que cualquiera no las digiere fácil. Oliva estaba decidida a darle una lección a ese pendejo y estaba pensando seriamente en deshacerse de esa sabandija para siempre. Por ella habría mandado a que le cosieran la boca para que no estuviera presumiendo tanto del buen uso de la lengua. Hay veces que suena más sonora la palabra culo o la palabra teta que pecho, Oliva era bien castiza y no iba a cambiar su manera de hablar porque Manuel se lo dijera.
Está bien ser exquisitos en el manejo de la lengua en ocasiones que amerita, pero debajo de las cobijas está bien decir coño delicioso, tetas exquisitas, culo sabroso, pero este pendejo hasta haciendo el amor quería lucirse, en momentos de arrechera y a la hora del orgasmo todo se vale. Por su exceso de pulcritud y por el exagerado uso de eufemismos ante los estudiantes, estos decidieron no volver más a clase de critica literaria. De treinta alumnos solo estaba asistiendo una monja. Un día un estudiante irreverente le grito desde la ventana
-Comete esa monja y olvídate del manual, métela la verga a ver si eres capaz
La monja al escuchar el consejo del estudiante hacía su profesor, le dijo:
-Ni malo sería profe que nos echáramos un polvito de vez en cuando para no perder esa buena costumbre, ahí donde me ve, yo con el padre Salustiano nos los echamos cada que podemos.
Manuel no estaba para esas propuestas ni para esos trotes, su única obsesión era enseñar a hablar y a escribir con base en las reglas de ese manual. Manuel había estudiado la secundaria donde las hermanas conceptas y la universidad
donde los padres capuchinos, mientras Oliva había estudiado en Santa
Pedrada. Un colegio donde los estudiantes hacían el amor en los baños,
donde los estudiantes se volaban por las tapias y se iban a fumar marihuana a
la loma de la cruz. En fin, las diferencias eran extremas. Un día se olvidó de llevar el manual a la universidad y ese día pasó las verdes y las maduras, lo único que salió fue con un chorro de babas y los estudiantes se fueron del salón antes de terminarse la clase y no era para menos. No hay como saber improvisar en cualquier momento, ser capaz de escribir a cualquier hora y sin ningún hijueputa manual, eso solo lo utilizan los que son incapaces, aquellos que se ciñen a un libreto y con eso se creen profesores y literatos, eso no sirve para mierda.
Al llegar a casa encontró a su mujer haciendo el amor sobre el mesón con el profesor de educación física. Al ver como la penetraba y la hacia gemir de placer, cosa que él nunca hizo, solo atinó a decir: el amor se hace en la cama, mientras Oliva pedía más, más y más, hasta que se vino y gritó tan duro que se enteraron todos los vecinos. Tan pronto como terminó de hacer el amor, le prendió fuego al manual y luego le dijo a su marido:
-Te das cuenta que para follar no se necesita manual.
AUTOR: PEDRO MORENO MORA
@ |