Mala experiencia
El martes, en mi día de descanso fui a "Trisalmo Salon & Spa for men" para un corte de cabello; acostumbro a ir por su excelente atención y buen trato. Durante la estancia, cada momento que acontece desde que pisas el Barber Shop es parte de un ritual que deleita.
En tanto me acomodaba en el sillón de peluquería, oí preguntar a Jeny: “¿Desea alguna bebida?” por supuesto, pedí “la bebida de sabor nacional”. En unos segundos recibí la botella plástica con el característico líquido amarillo, de súbito bebí un trago; pero el sabor difería de lo habitual, luego pregunte: “¿Está mezclado con algo?”, ella movió la cabeza y muy segura dijo: “No”. Ahí me preocupe y proferí: “¡Sabe a rayos, a rancio!”. En aquel instante, ella solo con oler recogió la botella.
Como tirado por un relámpago fui al baño, encontré sobre el lavabo una botella de Inca Kola a medio llenar; por un segundo alucine con formar parte de la serie “El efecto Carbonaro” pues quien sabe, estaría en medio de un acto de magia con un espeluznante sentido de humor y espere que alguien saliera detrás del espejo diciendo: “¡Sonríe! ¡Es cámara escondida!” pero nada pasó. Luego de interminables segundos quise inducir al vómito pero nada salía, sentía un frío recorrer mi estómago y mis piernas.
A gritos les pedí agua, luego de beberla, provoque los vómitos y salió un agua amarillenta.
Después de unos quince minutos al salir del baño el personal estaba más atento y solicito conmigo. Quise pedir el libro de reclamaciones a toda costa pero un pensamiento de misericordia se apoderó de mí, a lo mejor este acto desafortunado podría costarles el puesto de trabajo a varias personas, entonces no lo hice.
Al finalizar el corte, al pagar el servicio, con mucho tino la administradora pidió disculpas por lo ocurrido y no pagué ni un centavo. Después me explicaron que el personal de limpieza, había echado desinfectante amarillo en la botella de gaseosa y para mi mala suerte de “ese envase” me invitaron al sentarme en la silla para el corte.
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