A nadie podrá caberle ni la más ligera duda que cuando esta encarnizada y fatigosa actualidad se escurra a través de los filamentos invisibles del tiempo, los almanaques, los recuentos y los numerosos recuerdos archivados en las plataformas digitales enfatizarán más adelante que este año fue uno de los más nefastos para la historia de la humanidad. Y por supuesto que no será la culpa de este 2020, tan trivializado por los medios al nombrarlo como el veinte veinte, la partición juguetona de una cifra bastante artificiosa si consideramos que los chinos ya celebran el 4.717, lo que no significa que estén viviendo en un futuro remoto, sino anclados a una nomenclatura diferente, y no por ello menos artificiosa, lo que es sabido y re sabido por todos. Cada cual a lo suyo y de lo suyo a lo nuestro, teniendo en cuenta que fueron ellos los que propagaron su virus futurista a todos los puntos cardinales. En este caso –y teniendo como referencia los espectaculares films en que USA era el paladín indiscutido en materia de defender su territorio, contando para ello con una infraestructura repleta de personajes increíbles, la realidad distó bastante de esta ficción y bastó que un bicho invisible amagara sus fronteras para que los gringos comenzaran a caer como palitroques. No cabe duda que los cineastas morigerarán sus fantasías en lo sucesivo para no crear falsas expectativas, aunque vaya en su beneficio que Estados Unidos parece hoy estar dirigido por Lex Luthor.
Como ya está dentro de la habitualidad, sobran los agoreros que predican que el veinte más veinte significa cuarenta y que cuarenta se parece demasiado a cuarentena. Rebuscadísima, por lo demás, esta teoría ideada y sazonada con una pizca no tan moderada de Whatsapp, dos cucharaditas de Twitter y calentada a los grados que se quieran en las multipantallas del Zoom. Y Nostradamus renace una vez más con predicciones amañadas. Si él pudiera expresarse mediante su casi disuelto espíritu, reclamaría a voz en cuello- o susurrando con letanía espectral- que nunca de los jamases fue tan preciso en sus escritos como aquel que corre por estos días y que bajo su epónimo declara, con pelos y señales y hasta con visualización en el Google Maps, de los lugares que serán afectados por el bicho.
El tema de la subsistencia es lo que preocupa ahora con todos nosotros fondeados como criaturas de un mundo distópico, esperando que las autoridades de cada predio sean eficientes en la acción de administrar los recursos y abandonando sus estereotipados discursos, llamen a la cordura, que es la cuerda que se necesita para hacer bailar de nuevo a este trompo.
Sigamos adelante en esta aventura del día a día calculando que las chauchas nos acompañen hasta fin de mes y rogando por si alguna ayudita monetaria prodigada por el gobierno tenga la buena puntería de caer en nuestras billeteras. Así sea y suerte para todos.