Hola amigo, estuve recordando en estos días, las vacaciones que pasábamos de niños. Cuando disfrutábamos de esos días de sol, viento y playa. Recuerdas esas caminatas realizadas en esas largas playas de arena caliente, hasta llegar al mar congelado. Las travesuras no faltaban, los juegos tampoco, pero lo más magnifico para ambos era hacerle frente a esas olas fuertes e impetuosas que nos arrollaban y nos dejaban casi sin aire.
También recuerdo que por las noches nos juntábamos a inventar historias, en algunos casos fantásticas, en otros casos de como quisiéramos ser en el futuro.
Recuerdo que esa niñez se volvió adolescencia, en la cual ambos crecimos pero seguimos juntos, yendo a pescar con esas pequeñas cañas con sus anzuelos y plomadas; estas últimas gigantes, caminando cuadras y cuadras hasta llegar a la famosa escollera, muchas veces con la inexperiencia que nos daba la edad, olvidábamos cosas tan esenciales como la carnada. Nuestra ilusión era pescar el ejemplar más grande de la bahía, pero éramos felices y nos conformábamos con esos pequeños peces a los que llamábamos “corvinotas”.
También recuerdo que salíamos a correr por la playa, desafiando a la arena y al mar, llegando hasta donde se encontraba ese gran barco encallado, que alguna vez la naturaleza le dio fin a su vida náutica. En ese lugar descansábamos y luego de un tiempo efectuábamos el retorno, algunas veces la creciente del mar nos traicionaba y nos complicaba el regreso, ya que el mar llegaba con sus olas hasta los acantilados, pero en ese momento tomábamos coraje y cruzábamos, al pasar nos sentíamos las personas más valientes del mundo.
El tiempo paso y ambos crecimos, emprendiendo caminos distintos, yo inicié mi viaje hacia el sur donde construí mi familia y vos continuaste allí, creando tu propia y hermosa familia. Nos alejamos pero los recuerdos no se pierden.
¿Porque escribo sobre estos recuerdos?, porque hoy ese amigo, con el cual pase tantos momentos fantásticos, está pasando un momento muy complicado, una maldita enfermedad lo acosa, y deseo que con estos recuerdos le ayude a enfrentarla, como enfrentamos esas furiosas olas o ese mar que impedía nuestro pasó y con la ayuda de Dios, el futuro nos regale la sorpresa de una nueva oportunidad, como esa bahía nos regalara esos hermosos peces.
Te deseo fuerza y en este momento, encontrándome tan lejos, quiero acompañarte con una historia en la cual desafiamos juntos esas olas, las cuales casi nos quitan el aire y de la mano comenzamos a salir a flote y continuamos retando al futuro. |