Ella yace en su cama en la oscuridad de la noche. Cree soñar más no sabe si es sueño o verdad cuando, de pronto, parece despertar y siente como la posee un espíritu maligno. La abraza por la espalda, penetrando en su cuerpo e impidiéndole moverse, no pudiendo ella gritar.
Invoca entonces a los espíritus de la luz para que vengan en su ayuda y la despierten de esa pesadilla que parece tan real. Trata de moverse sin éxito y romper lo que la ata a ese ser de las sombras. Intenta gritar y ningún sonido sale de su boca, entonces solo invoca a lo invisible una y otra vez, hasta que al fin despierta en su verdadero hogar. Se levanta y enciende una vela blanca en busca de la calma. Eleva una oración al Dios altísimo pidiendo que ese mal sueño nunca más retorne, que el miedo en su vida quede atrás, que sencilla y poderosamente reine la claridad en su vida, dormida o despierta.