Juan, era un joven ambicioso y lo único que le importaba era ser famoso y ganar dinero. Las formas de llegar a ese éxito o a su objetivo no le interesaban.
Una noche estando en un bar, alguien le comenta la existencia de un cuento perfecto, de que un hombre iba casi todos los días y presumía que tenía el cuento perfecto y que al publicarlo se volvería famoso. Que se sentaba en la barra y que le decía a todo el mundo, ya borracho, la existencia de ese cuento.
Juan decide volver al día siguiente a ese bar y al ver a ese escritor, borracho, venido a menos que le contaba esa historia a un joven que estaba en la barra, él decide sentarse junto al lado. Aprovechándose de la situación, Juan le compro otra cerveza y se acercó queriendo saber más. Vió ahí su oportunidad de ser famoso y rico. Así que se acercó y mágicamente paso de ser un zapatero a ser editor, lo convenció que le dijera donde estaba ese cuento perfecto y si era tan perfecto porque no había salido a la luz y quien lo había escrito. Él quería saber todo y confirmar la veracidad de aquel relato.
Juan, convencido, le compro un par de whisky mas y le dijo que él lo podía ayudar a relanzar ese cuento, le dijo que era editor y que se lo publicaría, solo tenía que dárselo. Maxi, el borracho, le dijo vamos y lo llevo a un lugar que quedaba a unas cuadras del bar. Era un viejo cuarto, mal oliente y todo desordenado, desprolijo, las colillas de cigarrillos estaban por todos lados como también así los vasos de whisky a medio terminar. Era el cuarto de Maxi y debido al apuro y a la ansiedad por tener ese cuento perfecto, pero también por querer salir de ahí rápidamente, Maxi abre el cajón de su mesa de luz y le da un papel con el cuento perfecto escrito.
Juan, después de varios días de leerlo, estaba cada vez mas maravillado por lo que tenia en su mano. Era si, el cuento perfecto, era un cuento que lo iba a convertir primero en escritor, en rico y en famoso. Se imaginaba yendo a dar conferencias, a programas de radio, iba a ser lo que siempre había soñado y querido. Iba ser famoso y rico.
Juan, solamente tenia que cambiar el nombre del verdadero escritor por el suyo y presentarlo. Poner su nombre en el final de la última hoja. Pero cuando quería cambiar el nombre, algo raro pasaba. Sentía un dolor intenso en la mano que iba desde el codo a su muñeca, casi hasta el dedo. Incluso cambiaba de mano e intentaba escribir su nombre con la izquierda, ese mismo dolor cambiaba de lugar. Al mirarse, para saber que podía ser producto de ese dolor, cada letra que borraba de su autor, se marcaba con sangre como si fuera un tatuaje, en su antebrazo. Ahí tenía escrito... Maximiliano Garcia… el nombre del verdadero autor del cuento perfecto.