Hoy he discutido con Irene Adler. Ella asegura que al escribir el cuento Puzzle (publicado en este mismo espacio hace algunos días), me he “fusilado”, plagiado, copiado o como quieran llamarle, a Giovanni Papini. Le he asegurado que eso no es verdad, que he aclarado (sé bien que no lo hice) al principio del cuento que si había algún parecido con algún texto de Cortázar, Lewis Carroll o Papini, era cierto, porque se queda uno impregnado de ciertas lecturas y algo se le pega a uno al escribir los textos propios. Ha insistido; pone como referencia el cuento “El hombre que se ha perdido a sí mismo”, que aparece en “Palabras y sangre”, una colección de cuentos del florentino. Para sustentar la discusión hemos leído juntos dicho cuento; pero aún así, ella no ha quedado del todo convencida y se ha marchado molesta.
La historia de Papini habla de un hombre que es invitado a una fiesta el último día de carnaval y la condición para asistir, es ir vestido de dominó, blanco y negro, con su respectiva máscara. Al estar ya vestido de tal manera en la sala de la gran fiesta, observa que todos los presentes parecen iguales, que no se distingue quién es hombre o quién mujer. Al mirar hacia un gran espejo que adorna toda la sala, no logra encontrarse en él, porque si se mueve, baila o camina, la gente del espejo hace lo mismo. Se angustia y al no saber debajo de cuál traje y de cuál máscara está él, concluye que se ha perdido a sí mismo. Y empieza un peregrinaje por la ciudad visitando a los conocidos, para lograr encontrarse.
Me he defendido, alegando que la parte mecánica de perderse e ir luego a peregrinar para buscarse, es una idea similar a la de Puzzle y que, probablemente, sí la asimilé del italiano; pero que muchos otros detalles del cuento, nada tenían que ver con sus acusaciones. Si Adler se enojó, tendrá dos trabajos: enojarse y luego, contentarse.
“Palabras y sangre” de Giovanni Papini, es un libro muy singular; editado por Plaza y Janés en 1974, en España (la edición que poseo), contiene una serie de relatos que desde mi punto de vista, son de lo mejor de la cuentística de Papini. Con títulos tan sugerentes como: El hombre de mi propiedad, El prisionero de sí mismo, Las almas cambiadas, El espejo que huye y otros más, su lectura se vuelve mágica, poblada de imágenes y razonamientos lúcidos, crudos, racionales, que derivan en reflexiones únicas, y que se plantean cómo obtener el amor de una mujer usando las cartas enamoradas de otra; encerrarse a sí mismo en una torre, de por vida; o tener el dudoso honor de ser propietario de otro ser humano y estar obligado a conseguirle tareas por realizar.
Sé que las ideas políticas, así como la simpatía de Papini por Mussolini y el fascismo, al término de la Segunda Guerra Mundial lo desacreditaron en la opinión de muchos. A pesar de ello y de su conversión de escéptico a católico, sus libros, entre los que destacan El diablo, Gog y El libro negro, son diamantes que nos muestran el pensamiento filosófico, religioso, literario y político del autor florentino.
Sirva la discusión de Puzzle, para recomendar “Palabras y sangre”.
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