Se levantó y abrió la puerta para que Norma saliera primero. Tenía 17 años y le gustaba comportarse como un caballero. Al llegar a la esquina de Andes y Colonia, quedaron en verse en un par de días. Néstor se quedó mirándola y la llamó. Norma giró sobre sus pasos y sus miradas se encontraron. Néstor fue a su encuentro y sus labios se entrelazaron en un prolongado beso. Volvieron a despedirse y Norma prosiguió su camino hacia la parada del bus. Néstor la siguió con la mirada mientras daba media vuelta y su rostro se estrellaba de plano contra una columna de señalización pública.

© Eytán Lasca-Szalit, marzo de 2020