Agustina Princeshe es una instagramer y modelo de poca monta, o aspirante a serlo, que alcanzó cierta fama por el simple hecho de haber violado la cuarentena, en la época de la pandemia del Covid 19. No cabe duda que lo hizo para provocar y tener repercusión con el fin de ser convocada a Bailando por un Sueño, o cosas similares.
El efecto pareció tener resultado: el periodista de Telefé, Rodolfo Barili, conductor del noticioso, que fuera compañero de la quesoneada Cristina Pérez, la llamó “estúpida”, en medio de un exabrupto.
Lo cierto es que en aquellos aciagos días el celular de Agustina recibió un WhatsApp de nada más ni nada menos que de Marcela Feudales, la mítica y legendaria locutora del quesoneado Marcelo Tinelli, ahora referente de Bailando por un Queso, perdón, Bailando por un Sueño. Vale aclarar que un clón, muy drogón por cierto, mucho más que el original, falopero viejo, yonqui como dicen en España, hacía las veces de Marcelo Tinelli, cumpliendo ordenes directas de los reptilianos.
- Hola Agustina Princeshe, “Princeshe”, me hace recordar a la quesoneada Belen Francese, je, je, mira nena, yo soy la Feudales, seguro me conoces, ya se que estamos en tiempos de cuarentena, y bla, bla, bla, pero despues de lo que hicistes te queremos en Bailando por un Queso, ¿Bailando por un Queso, dije? ¡Ja, ja! ¡Bailando por un Sueño! Viola la cuarentena de vuelta y anda a esta dirección, la calle de los Carlos n° 475, piso 7°, departamento C, C de Carlos, como corresponde, no vayas con un GPS común, no te va a servir piba, anda con la aplicación de “Peligro Queso”, ja, ja, ja.
Las risotadas de la Feudales sonaron fuerte, la Agustina se asusto un poco, pero siguió todas las instrucciones al pie de la letra, un anciano, de origen rumano, igual al viejito de Benny Hill, que se presentó como Nicolae Dumitrescu, hizo de chofer, y la llevó a la dirección indicada. Era una zona de Puerto Madero, un poco extraña, pero Puerto Madero. La Agustina subió al piso correspondiente y tocó el timbre.
- Hola, te estaba esperando, la Feudales ya me habló de vos, dale pasa – le dijo Carlos Bernal, sí, el bailarín que se hizo popular en “Bailando por un Sueño”.
- Te hacía en México, te habían acusado de acoso sexual.
- Ja, ja, ja, sí, estuve en México estos meses, hoy estoy acá, mira si le voy a tener miedo a esa denuncia de acoso, yo que soy un Quesón, que asesiné a Ileana Calabró y a Rocío Guirao Díaz.
- ¿En serio las asesinaste? – preguntó con terror la Agustina.
- Ja, ja, ja – río Carlos – dale entra piba, vamos a ensayar la danza del Sable, en código Quesón, la danza del sable la inmortalizaron Olmedo y Porcel en esa obra maestra del cine argentino, “Los Reyes del Sablazo”, mira la escena, después vemos. Es una danza tártara. Bah, no se para que te digo, no sabes nada de los tártaros. No sabes ni cual es la capital de la Provincia de Buenos Aires, ni donde esta Uruguay.
- ¿Y vos sos un sabelotodo acaso?
- Empecemos a bailar, la Feudales quiere todo, lo verá por Zoom. Ya está conectada.
Otra vez rieron y pasaron a la danza del sable, Carlos agarró un gran Queso, una enorme horma repleta de agujeros, y se la tiró encima a la Agustina, despues hizo lo mismo con un Queso Parmesano, y con un Queso Reggianito, mientras tanto bailaron al ritmo de la danza del sable, el bailarín simulaba darle unos sablazos, la chica se tiró encima, Carlos Bernal le puso los pies encima, ella olió esos pies y quedó como en trance, empezó a olerlos, chuparlos, besarlos y lamerlos, luego de eso vino una cogida espectacular, Carlos la cogió por atrás primero y por adelante despues, con toda clase de juegos sexuales incluídos, la Feudales que estaba viendo por ZOOM estaba eufórica viendo todo aquello.
Cuando terminaron todo ese sexo rodeado de Quesos y Sables, Carlos estaba algo cansado, pero en buen estado, mientras la Agustina estaba hecha una piltrafa.
- ¿Y ahora, Feudales, que hacemos? – preguntó Carlos.
- Asesinala, Carlos, quesoneala – dijo la Feudales, desde el Zoom.
- ¡Nooooooooooooooooooo! – gritó de terror la Agustina.
Pero no terminaba de decir esto cuando Carlos, sable en mano, prácticamente la partió en dos con el sable, y la asesinó a sablazos, de un modo realmente violento, sablazo tras sablazo.
- Queso – dijo Carlos Bernal mientras tiraba el Queso sobre su víctima.
- Maravilloso Carlos – le dijo la Feudales desde el Zoom – así asesinaban los tartaros y los mongoles a las mujeres infieles e indignas, ahora quiero la sangre de esa tipa, la necesitó, mándamela por Rapid, o una de esas aplicaciones.
Carlos Bernal miró el zoom, y para su sorpresa, no vio a la Feudales, sino a un reptil con forma humanoide y feminoide. Sí, Marcela Feudales era reptiliana.
- Ya sabes la verdad, Carlos, sos una de las pocas personas que lo sabe. Soy una reptiliana – dijo la Feudales – y también es bueno que sepas que al verdadero Marcelo Tinelli lo asesinó hace un tiempo una asesina que era igual a Valeria Mazza, la top model que fue asesinada por el basquetbolista Carlos Delfino hace más de diez años, el Tinelli actual es un clón, una copia muy buena, casi perfecta, dicen que no hubo otra mejor, aunque mucho más falopero que el anterior.
- Todo eso lo sabía, pero que vos sos reptiliana es una sorpresa, aunque algo sospechaba.
- Ja, ja – río la Feudales – llama a las Santillanas, ellas se encargaran de desangrar el cadáver de esa inmunda y lo mandaran a la Unidad Penal Charlotte Corday, la sangre es mía, ja, ja.
Y Carlos Bernal cumplió las ordenes de la Feudales a la perfección, eso si, no desaprovechó la ocasión y se divirtió un poco con las Santillanas.
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