Cuando por fin te decides a emprender la marcha, la jauría de los miedos te acorrala de nuevo.
Vacilas. Los perros ladran. Repites la lista que te sabes de memoria:
-No les va a gustar.
-Ya nadie lee.
-Nunca terminas lo que empiezas.
-Ya no tienes ideas
-Tienes otras prioridades.
La palabra “MEDIOCRE” se lee en sus miradas amarillas.
Vacilas. Tiemblas. Evalúas tus opciones:
Si no te mueves, si te quedas quieto, se aburrirán y a la larga los ladridos cesarán.
Si avanzas, en cambio, se ensañarán contigo, te seguirán todo el camino (¡malditos animales!) y sus aullidos no te dejarán en paz.
Vacilas. Sigues temblando. Avanzas con temor y, tal como habías previsto, ellos avanzan contigo.
Hasta la publicación de esta historia los ladridos no han parado de sonar.

Final Alternativo:
Vacilas. Dejas de temblar. Permaneces quieto.
Quizás mañana lo vuelvas a intentar.


"Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes."
Yoda