Me voy a declarar ya; no perderé más tiempo en ello: te quiero María José. Sé que vives al otro lado de la esquina y que llegaría antes andando que a a través de estos métodos modernos; pero queda más en secreto lo nuestro así: créeme. Enfrente de tu casa hay instalada una cámara metafórica dispuesta a despertar las alarmas. Sé que a través de este sistema no pueden viajar los aromas y las caricias han de ser imaginadas, mas nos habremos de resignar a ello. Antes un amor incompleto que desbaratado. La vida no es el amor- como decía el Mesías- sino el placer de espantarlo. No hay nada que satisfaga más al prójimo. Gabelas de la visibilidad. Si invisible me pudiera hacer no haría falta esta carta. Para poder rondarte bastaría tal atributo- imposible- de la materia. El amor es siempre prohibido, al menos por estos andurriales. En los que hay que cargar siempre, para disimular, con quien no quieres. Los fantasmas andan siempre ojo avizor de encontrar puntos flacos. Y lo hay más flaco que el saber por quién tu corazón desfallece- me pregunto. Además- he de decirte- que me siento rondado. No han los celos hacer morada de tu pensamiento , pues, sorpréndete, es un chico quien me requiere. No ha más que soltar soflamas delante de mi puerta. Me veo perdido. Es un soplagaitas a un teléfono pegado. Si lo ves por allí- no hay más que percibir tal apéndice-, le dices, por tu amor, que no es mi tipo.