Otro texto muy antiguo, que también ya había rondado por aquí. El encierro parece agotarme la ideas.
Una noche de verano, calurosa, incluso en el castillo de La Bestia, Bella se siente abochornada, sofocada de calor. El deseo de ser poseída por La Bestia le llega de improviso, como un ramalazo., como un golpe de calor. Bella busca a La Bestia. Lo encuentra pensativo y plácidamente sentado sobre la cama de su habitación. Bella se le acerca melosa, algo zalamera y se abraza a él llena de deseo.
-Bestia- le dice sin más-, tómame por favor, te deseo con urgencia.
Se le repega voluptuosa y lo besa. Pero La Bestia está distraído, piensa en .otras cuestiones y no de da cuenta cabal ni le presta la debida atención al reclamo de Bella.
-Por favor, Bestia, hazme tuya o cómeme, lo que tú quieras- dice, lasciva.
Pero Bestia sigue pendiente de otros asuntos que le preocupan, muy ajenos al amor.
-Bella, por favor- le dice suavemente-, ahora no, trata de entretenerte con algo, estoy ocupado tratando de tomar algunas decisiones.
Rechazada, molesta, encendida de deseo, el enojo de Bella crece y sin pensarlo demasiado, responde:
-Si así lo quieres, lo haré.
Sale presurosa del castillo y se interna en la profundidad del bosque. El aire frío se cuela con crudeza entre los árboles, el paisaje helado se muestra inhóspito y solitario; pero a ella no le importa, su cuerpo es un ascua que necesita remedio.
Traspasa los límites del bosque de su cuento y se interna resuelta, en el bosque del cuento de Caperucita roja. Bella sabe muy bien que el lobo ya se ha comido a la abuelita y a Caperucita, que ronda hambriento por las cabañas de los leñadores, deseoso de probar otro platillo igual de suculento que aquéllos. Como no encuentra al lobo, se va directa a donde sabe que el lobo tiene su madriguera. El lobo, que siempre está al acecho, percibe el tentador olor de Bella, del cual está impregnado todo el aire. La ataja en un recodo del camino.
-¿Qué haces aquí, Bella?- gruñe con acentos roncos, el lobo-. Estos no son tus dominios ni tu cuento. ¿Qué buscas aquí?
-Hola, lobo. Algo muy simple. Esta noche me encuentro muy nerviosa, agitada, febril. Quiero que me poseas, ahora mismo, o que me comas. Lo que tú prefieras…pero ya.
El lobo, taimado, la observa con detenimiento, pensando en si aquello es una trampa o Bella se ha vuelto loca. En un instante decide que es lo segundo y no puede desaprovechar la oportunidad, así que exclama desenfadado:
-Como tú quieras.
Se acerca a ella lentamente y Bella tiembla emocionada presa del deseo. El lobo puede percibir con exactitud lo excitada que se encuentra. Ella, se imagina ya entre las poderosas garras del lobo. Pero el lobo es muy astuto y nada compasivo. La disyuntiva es apremiante: ¿la poseo o me la como?...No hay mucho que decidir. El lobo siempre ha sido un animal galante; pero el hambre es canija y no hay quien se la aguante. Así que sin darle a Bella tiempo de nada, de un tarascazo terrible la engulle completa y se la come.
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