Voy a botar la rosa que sobrevive en este florero, solo tiene dos pétalos rosados, su color favorito. El dormitorio está triste. Lo siento en el aire, ni siquiera lo alegra el sol que entra a raudales sobre el cubrecama floreado. Como ha sentido que abro la puerta, Diana que acaba de terminar su alimento mañanero, sube como un bólido. Su hocico y sus patas hablan del revolcón que se ha pegado en el patio. ¿Rabia? ¿Pena?, pienso yo. Se queda observando inquieta. Husmea, huele, da vueltas alrededor de la cama. Luego baja lentamente desilusionada.
Ella no está. Ya no me sonríe mi niño- ángel desde el marco dorado en el velador al abrir la puerta. Se fue con ella.
Hay silencio, hasta el payasito del porta lápices parece distinto, está solitario esta vez. Algunas prendas diseminadas parecen al azar pero observando mejor están demasiado dobladas, como para una espera larga.
Por un rincón una pequeña imagen de la virgen de Guadalupe observa desconcertada las paredes donde titilan estrellas, hadas, pájaros, animalitos y toda clase de artesanías que bajan por los Atrapa Sueños. La vi cuando buscaba los colores más alegres para ellos, la vi como confeccionaba esta malla color celeste de la esfera y…colocar esa mariposa. ¿Cómo habrán sido sus sueños? ¿Volaron por la ventana y se mecieron sobre las flores del jardín o quedaron atrapados en una telaraña?
Los retablos cerraron más las puertas. Uno aún espera el color de las ventanas. Después de verlos tan coloridos ahora me parecen desteñidos. ¡Las estrellas deberían haber seguido brillando!
Me parece que fue ayer que le pregunté:
-¿Mañana a las 11?- tratando de parecer lo más natural posible.
- Sí, en la clínica. Mi papá ya sacó el permiso en la comisaría, traje la maleta- y empezó a seleccionar lo necesario para llevar.
-¿Estás bien?-me acuerdo que le pregunté con el corazón encogido- Sus ojos parpadearon y las largas pestañas pusieron una cortina oscura que no me dejó entrar.
Tomó con delicadeza un peluche verde que estaba en el centro de la cama. Un sapo con un ojo desprendido. Ayer, una manito tierna y otros ojitos más verdes que el peluche sonriendo y jugando a arrancárselos, dolorosamente hermosos y… pícaros.
¿Por qué están los médicos de acuerdo con esta medida drástica?
El aire está denso, Estamos todos, cada uno a su manera, en este dormitorio descifrando los misterios del alma.
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