- Le juro que entré solo para pedir informes, no para hacer todo eso –dijo ella, llorando, desesperada, temblando, cubierta de pies a cabeza de sangre que comenzaba a secarse-. Entré y… Y…
Ella se soltó llorando de nuevo. El cabello rizado se movía al ritmo de sus espasmos, al ritmo de su llanto. El vestido azul mar, con manchones de sangre, se mojaba de lágrimas saladas. Era una chica hermosa, con sus ojos como los del vestido, sus labios rojos y gruesos, pero estaba totalmente loca. El policía suspiro y le tendió un vaso de agua fría. Ella le agradeció con una media sonrisa y bebió en silencio. La arrestaron frente a las puertas rojas (con rombos dorados verticales, muy Arte Decó) del Hotel Tod, un hermoso edificio estilo afrancesado con una decoración Art-Deco que a todos volvía locos. La chica estaba fuera, llorando, gritando como loca que la ayudaran, que la seguían… Los transeúntes, asustados, llamaron a la policía. La arrestaron y la llevaron a la estación; llevaban dos horas ahí, encerrados. Ella repitió el relato más de tres veces y aun así no le encontraban lógica. Estaba totalmente loca.
El policía, con voz amable, le preguntó:
- ¿Podría repetirnos lo qué paso?
Ella cerró los ojos, se apretó los parpados, los tallo y contó la historia por cuarta vez.
Vine de vacaciones porque esta ciudad siempre me ha llamado. Verla en fotos era mi placer… Ahorré durante años para poder darme el lujo de visitarla bien, comer su comida, comprar todo lo que me encontrará. ¿Usted sabe que esta ciudad es conocida como una de las Capitales de la Moda? Bueno, pues amo la moda, ¿sabe? Entonces venía emocionada. Antes de comprar los boletos de avión busqué en internet los hoteles. Todos eran hermosos pero al ver el Hotel Tod quedé totalmente enamorada. Me llamaba, le juro que verlo fue como reconocerme en un espejo ahumado: ese estilo tan de los años 20´s, las puertas pintadas de rojo, las paredes con franjas azules y doradas verticales, los candelabros, las cúpulas doradas con diseños triangulares, romboides, las alfombras de colores sangre, de colores oscuros y luego el contraste con los colores elegantes, los colores de plata y de oro, todo me llamo de inmediato, era un reflejo entero de mi cuerpo de cada una de mis zonas, exteriores, interiores y privadas. Todo se reunía en un solo punto, en el centro epicentro de un círculo que se repetía hasta la eternidad en una serie de volátiles coincidencias, ¿sabe? Yo leo mucho, amo leer, amo a Borges y a veces me deshilacho en ideas de superioridad, ideas que quedan volando, que nunca son concretadas. También adoro a otros escritores, pero Borges, por el momento, es mi maestro. Le decía que quedé encantada con el hotel, me enamoró e hice mi reservación. Ayer, por la tarde, tomé mi vuelo; hoy, por la mañana, he llegado. En cuanto baje del avión y salí del aeropuerto tomé un taxi y le pedí que me llevase al Hotel Tod. El taxista obedeció de inmediato y en el camino a mi destino quedé totalmente fascinada por los altos edificios de cristal, por las avenidas redondas y bulliciosas, por los esmerados semáforos, por todo esto… En verdad que es una ciudad hermosa. Llegamos al hotel y el taxista me dijo el costo del viaje, le pagué y baje del coche. Las puertas corredizas del hotel (esas hermosas puertas rojas con rombos dorados) se abrieron en cuanto me planté frente a ellas y el hermoso lobby se desplego frente a mis ojos cubiertos por mis lentes oscuros estilo Lennon. Me quite los lentes y distinguí con toda su fuerza las paredes rojas con figuras geométricas (rombos y romboides) en colores dorados. Lámparas que eran manos juntas sosteniendo una pequeña bola de luz amarilla, estas (las lámparas) instaladas sobre las columnas de piedra con rectángulos tallados en ellas; rectángulos que eran cada vez más pequeños uno dentro del anterior. La alfombra fue lo que más me gusto: un rombo dorado en el centro, gigantesco, sobre ese fondo negro como la noche. Y luego los cuadrados encerrando ese rombo, cuadro cada vez más grandes para empezar con líneas que iban de derecha para encontrarse líneas que iban a la izquierda y cortarse y retomar su camino saltándola, líneas color azul metálico que se encontraban con líneas doradas. Entré, con la maleta negra de llantitas jalándola detrás de mí. Yo traía unos jeans raídos y una camisa holgada, pero al llegar al rombo del centro las luces se apagaron. Desorientada en la oscuridad comencé a dar vueltas sobre mí misma, buscando un atisbo de luz; unas manos me taparon la boca, otras me arrebataron la maleta, unas más comenzaron a desnudarme. Me quitaron cada pieza de la ropa y la lanzaron por los aires. Las luces se volvieron a encender cuando quede totalmente desnuda. Yo estaba acostada sobre el rombo dorado, me rodeaban hombres y mujeres desnudos también, con máscaras azules sobre el rostro, cubriéndoles solo los ojos. Todos estaban tan bien depilados… Dios, quise tener su depilado perfecto. Del lado de mi cabeza una mujer con una capa (escarlata por fuera, dorada por dentro, ¡Todo tan Arte Decó!) se me acercó, sonreía. Me colocó este tonto vestido y luego dijo algo raro, si tratará de repetir las palabras no sabría cómo… parecía otro idioma, fue algo como “Ukhbär, tonghyju” algo así, no lo sé. Todos los demás comenzaron a reír como locos y después de un momento una mujer con cabeza de alce (era un alce con cuerpo de mujer, se lo juro) surgió de la oscuridad del lado donde apuntaban mis pies. Vino hasta mí. En sus manos traía una paloma blanca, hermosa. Cuando llego justo a mi altura grito algo, los demás respondieron cayendo de rodilla y gritar dolorosamente, desesperados, para luego comenzar a arrancarse pedazos de cara con las uñas. La sangre corría por su cuerpo pero yo no podía hacer nada más que mirar, ni gritar, hubiera querido gritar. La mujer de la paloma lanzo un grito desgarrador y con su boca de alce le arranco la cabeza a la paloma (se tragó la cabeza). La sangre de la paloma me comenzó a cubrir toda, era caliente y me daba asco. Después la mujer con cabeza de alce saco un cuchillo de no sé dónde y lo levanto sobre su cabeza, era dorado y el mango eran serpientes entrelazadas. Dijo algo que solo yo escuché y con la punta dorada de la navaja comenzó a cortar mi estómago (usted ya vio la herida) y dibujo una manzana, una serpiente y dos cuerpos (hombre y mujer) haciendo un círculo alrededor de estos símbolos (la serpiente abrazando a la manzana). La sangre me manaba a chorros, pero yo estaba más impresionada por la precisión del dibujo, su perfección. La mujer alce volvió a gritar y todos los demás tuvieron un cuchillo similar en sus manos y lanzando un grito… Dios –la mujer dejo de contar y comenzó a llorar. El policía le tomo la mano y luego de un momento esta se calmó y siguió -. Ellos se pusieron la cuchilla en la garganta y se cortaron el cuello. Todos los cuerpos cayeron al mismo tiempo y solo la mujer alce quedo viva. Esta busco, se acostó en la misma dirección que los cuerpos (pues todos se habían caído en una misma dirección) y cortó su cuello. Fue entonces que me pude poner de pie y vi que estaba encerrada en un círculo perfecto de hombre y mujeres de todas las edades, hasta niños había. Era como un degradado: niños, adolescentes, adultos (Adultos en todas sus edades adultas, sus décadas desgastantes) y al final ancianos. Los miré a todos horrorizada y salí corriendo del hotel y fue cuando empecé a gritar.
El policía la miro un momento, suspiró y le agradeció. Salió de la pequeña oficina donde la chica siguió llorando. Nunca podría creer aquella historia… Sí, habían encontrado varios cuerpos muertos formando un círculo. Eran los huéspedes que el Hotel Tod albergaba. Sí, todos estaban en una misma dirección, sí parecía un degradado de edades. Sí, ella tenía una herida con esas descripciones. Solo había un pequeño detalle que no coincidía: solo se encontró un cuchillo (que acordaba con las descripciones) y con las huellas de ella. Nunca, en su relato, mencionó tocar el arma. Pero tampoco una chica podría matar a tantas personas… Ochenta para ser exactos.
Este caso iría para largo.
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