De los libros y escritores que va uno leyendo, algunos se quedan para siempre. Para mí, Bukowski es uno de ellos. No me importa que se haya vuelto tan popular y que ahora sus novelas y cuentos los encuentres hasta en los puestos callejeros; porque un lector fanatizado como yo, por su obra, ¿qué puede hacer con un escritor de este calibre?
Bukowski también era poeta: directo, grosero, irreverente, borracho, brillante; con una sensibilidad manifiesta para la palabra precisa, perfecta. Así, el librito “El amor es un perro infernal”, con una portada entre grotesca y erótica (editorial Letras vivas, México 1977), nomás abrirlo, se agiganta, mientras las palabras mágicas de Buk, fluyen cadenciosamente y me derriten en miel y mantequilla.
TU
eres una bestia, dijo ella
con tu enorme panza blanca
y esos pies peludos
nunca te cortas las uñas
además tiene manos regordetas
garras de gato
nariz roja brillosa
y los huevos más grandes
que he visto en mi vida
disparas esperma como
una ballena arroja agua
del orificio de su espalda
bestia, bestia, bestia
luego me besó
¿qué quieres de
desayunar?
Charles Bukowski
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