Martín era un chico travieso, se paseaba por el reino buscando tesoros. Era un chico curioso y soñador. Sabía que más allá de la aldea no podía ir ya que había muchas criaturas peligrosas en el bosque, incluso sus padres le decían que muchos niños habían desaparecido al salir de la aldea y nunca más habían vuelto.
Un día, mientras jugaba con su hermano, vio un hada que lo llamaba. Incluso Martín podía escuchar su llamado. Era un hada hermosa, con una voz divina y una figura angelical. Él quedó encantado y como si hubiera algo de magia, fue a su encuentro. Su hermano le gritaba que no se fuera, ya que nunca entendió porque empezó a caminar. Su hermano nunca escucho ni vio a esa hada.
Martín siguió caminando hasta que en un momento el hada se acercó y le dijo
- te voy a contar un secreto. Acá tenes el poder de cumplir todos tus sueño.- mientras le mostraba una pequeña llave y como por arte de magia, al final del camino, a unos 100 metros apareció una puerta gigante. Él se quedó quieto, asombrado, por esa puerta en el medio del camino, una puerta que contenía todos sus sueños.
-quiero ir!!!!! - le decía Martín.
-acá tenés la llave, pero ahora ya sabes el camino. La próxima vez que nos veamos, la llave será tuya.- respondió el hada.
Martín vuelve a su aldea cantando, pensando que prontamente abrirá la puerta de sus sueños. Ya lo había decidido, al día siguiente iba a esperar al hada para que le dé la llave.
Pasaron días, pasaron semanas y el hada nunca más apareció. Todos los días la esperaba en la puerta de la aldea. Martín, estaba triste, enojado y ansioso. Quería que el hada cumpliera la promesa y le diera la llave, pero como haría para encontrarla?
Un día Martín salió de la aldea y fue en busca del hada. Recorrió el mismo camino que había caminado la otra vez.
- hada!!!!! Hada!!!!!- gritaba, cantaba y la buscaba pero no tenía respuesta.
Siguió caminando y de repente, se chocó con la puerta. La puerta se veía diferente, estaba más oscura, era más chica, incluso daba un poco de miedo. Quiso abrirla y estaba cerrada.
Martín, siguió buscando el hada, le seguía gritando. Ella, convertida en bruja, disfrutaba que la busquen. Disfrutaba que estén pendiente de ella, tener a los chicos esperanzados esperándola. Ella lo espiaba sin responder. Seguía teniendo el poder de la llave de los sueños.
Cada tanto, el hada aparecía, le mostraba la llave y nuevamente desaparecía por un tiempo. Lo hacia desear. Lo tenía en sus manos, ella decía mientras se reía.
El hada había engañando a muchos chicos que....después de tanto buscarla, terminaban perdidos en el bosque.
Pero Martín era diferente, por más que se sintiera engañado por el hada/bruja y aunque muchas veces estaba triste y con bronca por tal engaño. Él salía a buscarla pero siempre sabía volver a su casa. Un día, Martín, cansado de ese juego, se olvidó del hada y ya no fue más a buscar esa llave prometida. La llave de sus sueños...nunca existió. Y así, el hada esperaba que Martín volviera, incluso fue varias veces a buscarlo sin encontrar respuesta a su llamado. Entonces ella busco otro niño para engañar.
|